Así como en las últimas semanas, Europa y Estados Unidos sufren el efecto búmeran de las sanciones contra Rusia; la nación norteamericana comienza a padecer los efectos de sus malas decisiones en lo diplomático. Todo en el marco de la denominada Cumbre de las Américas, que se desarrolla en Los Ángeles, California.
En ese sentido, analistas internacionales ya se refieren al aislamiento político que implica para la administración estadounidense la reunión que tendrá lugar hasta el día 10 de junio; con respecto a una región estratégica como América Latina. Esto, en medio de acciones de protesta por la exclusión de Nicaragua, Venezuela y Cuba.
Por ello, la agencia de noticias AP, publicó un artículo en el cual afirma que, por ejemplo, la ausencia del mandatario mexicano; Andrés Manuel López Obrador, «podría convertirse en un motivo de bochorno para el Presidente estadounidense Joe Biden».
El texto periodístico, bajo la firma de Elliot Spagat, Joshua Goodman y Chris Megerian, añade que también en círculos del partido Demócrata, al cual pertenece Biden, fustigan el hecho de que la Casa Blanca haya cedido a la presión de grupos ultraderechistas de Florida, que provocaron la exclusión de la República de Cuba.
Aunque originalmente la Cumbre de las Américas, en su novena edición, debería abordar temas como las políticas migratorias en el continente; todo indica que se convirtió en un nuevo reto que pone a prueba la solidez de Estados Unidos en el tablero geopolítico mundial, luego de su insistencia en mantener políticas de «máxima presión».
¿Cuál es la prioridad?
Con los pasos que dio el gobierno de Estados Unidos en los preparativos de la Cumbre de las Américas; Washington parece trazar un camino distinto en las relaciones con respecto a sus prioridades. Pero no queda muy claro si su énfasis está en la importancia estratégica de Latinoamérica. O si, por el contrario, la región ya no es una prioridad.
De manera que, con esta novena Cumbre de las Américas, que se desarrolla en Estados Unidos por segunda vez desde que se creó en 1994, se definirá un nuevo capítulo en el rumbo de las relaciones internacionales y la correlación de fuerzas entre Washington y los países de Suramérica, Centroamérica y el Caribe.