Opinión: Los fusiles no empreñan

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La chica de Globovisión que aplaude una intervención gringa porque así tendría “catiritos”, fruto del “cortejo” del invasor, podría no encontrar el happy end de su cuento de hadas. La historia de las intromisiones yanquis en decenas de países conspira contra su sueño y aborta esa idílica maternidad después de los bombardeos y violaciones masivas.

No pretendo darle una clase de moral o historia a la joven “conductora”. Mis tiempos de profesora y directora de la Escuela de Comunicación Social en la UCV ya pasaron, productiva y felizmente.

Como venezolana, procuro más bien dejar claro a los jefes de sus “héroes” y mercenarios que las mujeres de mi patria, además de vientre, tienen cerebro, a pesar de las orgullosas excepciones.

Conocedora del poder de los medios y su peligro en manos triviales, invito a las jóvenes a ir un poco más allá de las redes y asomarse a la historia de las guerras de invasión. En las modernas, más del 80% de las víctimas son civiles y de éstas, la mayoría son mujeres.

Los gases esterilizan y los bombardeos no dejan tiempo de parir, ni “angelitos negros”, como los quería el poeta, ni “catiritos”, como los desea la chica de Globovisión.

Las esclavas sexuales de la segunda Guerra Mundial en Corea o Alemania, reaparecieron en Serbia tras los bombardeos “humanitarios” de la OTAN. Después de casi medio siglo de la guerra de Vietnam, unos 4 millones de discapacitados mueren lentamente. Efecto del napalm y el “agente naranja”, siguen naciendo niños con tumores malignos, padecimientos autoinmunes y otras patologías. Los daños mentales son otra estadística.

También las jóvenes de mi patria expuestas a esos irresponsables canales deben saber que la violencia sexual es hoy usada como arma de guerra y terror. No sólo se trata de violaciones carnales, sino con cañones de fusiles y otros objetos. Los padres de los futuros “catiritos” son pasto de las drogas y el estrés post traumático. En estos “cuentos de hadas”, ningún marine le traerá su zapatilla a la ofrecida Cenicienta.

Allá, por el siglo de las luces, Talleyrand decía que las bayonetas sirven para todo, menos para sentarse. Hoy, cuando la “opción militar” de Trump pende sobre la patria, advertimos a las ilusas que los fusiles no empreñan.

Asalia Venegas

Publicado por Últimas Noticias / 14 febrero, 2019

RedRadioVe

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