Los primeros ochenta años de últimas noticias | Por: Luis Britto García
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El clima de libertades que instaura el presidente Isaías Medina Angarita el año 1941 alienta la aparición de dos diarios progresistas, que tendrán decisiva proyección. Se trata de El Nacional, dirigido por Miguel Otero Silva, y Últimas Noticias, comandado por Francisco José Delgado, “Kotepa”, en ruso Hombre de Hierro.
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Kotepa había sido uno de los organizadores de la legendaria huelga petrolera de 1936, que paralizó la industria durante mes y medio. Lo acompañaban en la junta directiva Victor Simone De Lima, Maja Poljak, Vaughan Salas Lozada y Pedro Beroes, militantes o simpatizantes del Partido Comunista. El cotidiano se inaugura en formato tabloide, con estilo ágil, titulares llamativos, moderado precio y amplia acogida popular, que llevó a despechados adversarios a descalificarlo como “el diario de las cocineras”. Operaba bajo la consigna de la autocrítica. Me contó Kotepa que todas las mañanas se reunían a examinar la edición y señalar defectos. “Esto está mal escrito”. “Aquello no se entiende”. “En esta información faltan datos”. Quizá nostálgico, décadas después Kotepa nos reunía a los colaboradores del semanario humorístico La Pava Macha para controversiales reuniones de escogencia y desecho de originales.
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La defensa de los intereses de los trabajadores y la tentación del sensacionalismo estuvieron presentes en aquellos años tempranos. Me contaba Kotepa que los pregoneros le decían: “Esto no vende, no tiene María Pacini”. María Pacini era una dama que vestía como hombre para ejercer su oficio de albañil. Para satisfacer a pregoneros y lectores, se reseñaban o inventaban infinidad de anécdotas sobre la laboriosa trabajadora. Una bella joven, Ligia Parra Jahn, mató al novio que la había seducido y abandonado: la cronista sentimental del diario, Claribel, asumió como cruzada propia la defensa de la inculpada. A veces se pasaba de la leyenda urbana al realismo mágico. Toda una temporada, titulares alarmantes siguieron las hazañas de La Sombra Desnuda, supuestamente un negro embadurnado de aceite negro y con una capa negra que recorría los tejados para descender a sobar a las señoritas dormidas. La acuciosa investigación periodística determinó que dormía en las tumbas del Cementerio y salía de noche, cargado de cadenas, para acariciar las estatuas femeninas. “En la gráfica ofrecemos una reconstrucción de los hechos”, explicaba el noticioso pie de foto. Recogí esos sobresaltos de la Caracas aldeana en una de mis piezas de teatro, Muñequita Linda.
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La administración de un cotidiano es tarea compleja con mil incidencias y reveses. Últimas Noticias incurre en deudas; su administrador, el empresario Miguel Ángel Capriles las asume en 1948 a cambio de una mayoría accionaria que le permite remover la plana mayor. En octubre de ese año asume el poder una dictadura militar; era difícil la supervivencia de una línea informativa progresista. Capriles dirige un grupo mediático en expansión, que abarcará el diario La Esfera, el vespertino El Mundo, las revistas Élite, Venezuela Gráfica y Páginas, y numerosas otras publicaciones. Su desarrollo y prácticas se pueden consultar en Yo asistí al gabinete Capriles: la Cadena por dentro, de Isaac Benarroch Pinto (1965). Se atribuían a la cadena publicaciones sin pie de imprenta: fantaseadas memorias de ilocalizables amantes del dictador Pérez Jiménez, el expediente penal del sacerdote Biaggi, acusado de homicidio de su hermana. Como otros editores, Capriles intenta convertir poder mediático en poder político, y para 1968 pacta con el socialcristiano Rafael Caldera el apoyo para la elección presidencial a cambio de una docena de postulaciones para el Congreso y otros cargos. Más adelante, vuelve a publicar una información sobre seguridad de la frontera ya incluida por el filósofo Pedro Duno en Punto Negro. El presidente Caldera ordena detener a Duno, a Carlos Ramírez Faría, director de la revista contracultural Reventón, al director de Últimas Noticias Víctor Simone D´Lima y al propio editor Miguel Ángel Capriles, quien manifiesta su voluntad de retirarse de la política y al poco tiempo es liberado. Tales eran las prácticas socialdemócratas sobre libertad de expresión.
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Imposible resumir en una columna el impacto de Últimas Noticias en la sociedad venezolana. Me referiré a detalles personales. El primero, la obra como caricaturista cotidiano durante décadas del gran amigo y genial pintor Régulo Pérez, con su mundo lírico de animales, flores y traviesos retruécanos. El segundo, mi colaboración desde mediados de los años setenta, por invitación del director de Últimas Noticias Nelson Luis Martínez, en el Suplemento Cultural. Presiones mercantilistas y mafias exquisitas eliminaban o restringían espacios culturales en los otros diarios. A pura voluntad Nelson Luis mantenía una hazaña sin parangón: el Suplemento Cultural de doce páginas sin anuncios comerciales, al cual llamaba un “Espacio para disentir”. En su despacho, con paredes y techo cubiertos de cuadros donde alternaban la ingenuidad y el genio pictórico, un rótulo advertía: “Ni Diputado, ni Licenciado, ni Director: simplemente Nelson Luis”. La misma cordial llaneza presidía la selección de colaboraciones, desde el más elevado ensayo hermético hasta el comentario circunstancial. La historia de la cultura venezolana actual está en las prolíficas fuentes del Suplemento Cultural.
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A la vuelta del siglo fallece Nelson Luis y en 2001 es designado director Eleazar Díaz Rangel, quien viene de destacados desempeños en la dirección de la Escuela de Comunicación de la UCV y la presidencia de la Asociación Venezolana de Periodistas, de la Federación Latinoamericana de Periodistas y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa. Son tiempos de exacerbados debates: los grupos mediáticos pretenden derrocar e imponer presidentes. Eleazar elige la difícil ruta de la cordura y el equilibrio informativo, que asegura a Últimas Noticias la mayor circulación del país. Un diario de circulación nacional me veta por disentir de su línea golpista. Eleazar me abre las puertas de Últimas Noticias, donde jamás me han objetado una línea ni censurado un texto en esta columna donde ejerzo lo que desde mi adolescencia ha sido no un oficio, sino una pasión.
LUIS BRITTO GARCÍA
Filósofo.
Los primeros ochenta años de últimas noticias | Por: Luis Britto García
Publicado en ÚN.