En Latinoamérica, Colombia se posiciona como el mayor narcotraficante de la región. Según la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca, en 2021, los cultivos de coca llegaron a los niveles más altos de la última década, con “245 mil hectáreas de plantación (…) y 1.010 toneladas de producción potencial de cocaína”.
Con relación al impacto de este negocio en el Producto Interno Bruto (PIB), Anif (Asociación Nacional de Instituciones Financieras de Colombia) asegura que para 2018, con los negocios asociados, representa el 3% de la economía nacional (28.72 Billones de USD).
¿Por qué es tan lucrativa la producción del narcotráfico para Colombia?
Ahora bien, la concentración del mercado de la cocaína en Colombia, va más allá de sus capacidades productivas.
Entre los demás factores que afectan la oferta del producto, encontramos:
- El precio. El precio promedio del 1Kg de cocaína en Colombia es de US$1.260. Dicha cifra aumenta 25 veces más en Estados Unidos (US$32 mil), 47 veces en Europa. Estos datos expresan, en términos económicos, inelasticidad de la demanda, “donde (…) la variación del del precio de la cocaína no afecta significativamente su consumo”.
- Flexibilidad legal. Como afirma Javier Zetien, en su estudio sobre la “Influencias del narcotráfico en la economía de Colombia”, la principal ventaja comparativa de Colombia radica en la legitimación de mercado prohibido.
- Los narcotraficantes cuentan con garantías para evadir las normas. Movilizan “las ganancias del negocio para crear una industria capaz de eliminar cualquier limitación de la actividad.
- En la parte de Justicia se ha creado un régimen en donde los jueces, fiscales y funcionarios del Estado tienen la opción de recibir un soborno o quedar expuestos a una amenaza de muerte”.
- Alta capacidad para la movilización del excedente. Cuando en otros países es necesario declarar el origen de los fondos de inversión, en Colombia el dinero proveniente del narcotráfico puede adquirir libremente propiedades, inmuebles, vehículos.
Así, aunque Colombia no es el mayor productor de la hoja de coca, sus condiciones institucionales y jurídicas permiten una oferta más atractiva al mercado mundial.
“La propia actividad de transportar, comercializar, sobornar e intimidar y sobre todo la movilización del excedente, (hace a) Colombia un líder en este fenómeno. (Así) las restricciones de un mercado se manifiestan y son compensados en otros”.
La condición política del narco estado colombiano
Estas facilidades, hacen del narcotráfico un negocio muy lucrativo y del cual hoy depende la estabilidad económica del país.
“Los carteles de la droga (…) han logrado infiltrarse en la estructura política del país”, generando inversión, empleos y contribuyendo “a financiar el creciente déficit externo, mantener la estabilidad cambiaria y contar con altas reservas monetarias, lo cual explicaría la fortaleza de Colombia frente a problemas financieros internacionales”.
De esta manera, la clase política colombiana, diseñó una fórmula institucional que facilita, desde el control del Estado, la dependencia económica del narcotráfico.
En el marco de la división internacional del trabajo, Colombia asumió el rol de proveedor de estupefacientes. La demanda proveniente de Estados Unidos y Europa. Esta decisión, complica la posibilidad de cambios estructurales en la nación.
Las protestas y su posibilidad de éxito
Entendiendo este escenario, se ve complicada la posibilidad de lograr cambios pacíficos en la nación santanderiana.
El narcotráfico posee en este momento el monopolio de las fuerzas regulares e irregulares del Estado. Mientras el pueblo, sólo se enfrenta a ellos con piedras y palos.
La única opción pacífica que le queda a Colombia, es que la comunidad internacional reconozca su «estado de sitio» y contribuya en la neutralización de la violencia estadal y paramilitar.
Para ello, otra hegemonía política es fundamental, y de ahí la importancia del ejercicio multipolar de la política en el continente americano.