Las autoridades de Bielorrusia interceptaron un avión comercial mientras sobrevolaba el territorio aéreo del país y lo hicieron aterrizar de manera segura para presuntamente detener a un pasajero del vuelo que es requerido por la justicia en Minsk.
Se trataría del político opositor Roman Protasévich, solicitado por los tribunales bielorrusos por los cargos de provocar disturbios masivos luego de las últimas elecciones presidenciales en las que resultó reelecto Alexander Lukashenko.
El episodio sirvió para reeditar la trama de Europa y la Otan en contra de Bielorrusia. A partir de la detención del opositor, Bruselas calificó la acción como “indignante e ilegal”; mientras que Polonia aprovechó de calificar la situación como “terrorismo de Estado”.
Mientras tanto Francia exige una “respuesta fuerte y unida para condenar” la detención de Protasévich y su pareja, una joven rusa que estudia en Lituania.
Bielorrusia respondió que la maniobra que hicieron “cumplieron plenamente las normas internacionales establecidas”, y agregó que Occidente politiza la situación y hace “acusaciones infundadas”.
La indignación selectiva de Europa
La indignación rápida de Europa en contra de Bielorrusia pone de relieve la forma selectiva en que el bloque se escandaliza sobre ciertas situaciones.
En más de 10 días de ataques y crímenes de Israel en contra de Palestina, Europa no condenó a Tel-Aviv. Más bien suscribieron su legítimo derecho a la autodefensa, el cual se cobró la vida de más de 200 civiles.
A pesar de las acciones militares de Israel reñidas con el derecho internacional, ni Polonia ni Francia calificaron al gobierno de Netanyahu de cometer actos de terrorismo de Estado y tampoco convocaron “la respuesta fuerte y unida” para detener la masacre en la Franja de Gaza.
También luce desproporcionada la indignación del Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, quien luego de darle una palmada en la espalda a Israel a pesar de la masacre de más de 200 palestinos, expresó su “impacto” con la detención del opositor biolorruso porque la maniobra puso en peligro “la vida de más de 120 pasajeros, entre ellos ciudadanos estadounidenses”.
Los pronunciamientos revelan el valor que Europa y EE.UU. dan a ciertas vidas de acuerdo a la posición que tengan en el tablero de la geopolítica.
