Esta semana se normalizó el servicio eléctrico en Texas, EE.UU. después de varios días sin luz.
Pero lo que parece una buena noticia, viene con un gran problema: las facturas del servicio, el cual si bien dejó de funcionar, siguió sacando sus cuentas sin interrupciones.
Antes de que colapsara el sistema, el consumo de energía se incrementó de manera exponencial ante la crudeza del invierno.
Este aumento en la demanda maximizó el costo del servicio eléctrico. De acuerdo a medios estadounidenses, varias personas denuncian que les llegó la boleta de la luz con una tarifa 80 veces mayor a lo habitual.
Las compañías locales de energía si bien se excusaron por los apagones pidiendo así la comprensión de la comunidad, ellos no se han tomado el tiempo de ponerse en el lugar de sus usuarios con el cálculo impagable del servicio.
Una familia migrante proveniente de Honduras perdió a su hijo de 11 años producto de los apagones. El niño habría sufrido las consecuencias de la hipotermia agudizada por la falta de calefacción y energía.
Las compañías locales de suministro de energía se han limitado a esquivar su responsabilidad y emitir una escueta nota de pesar.
Pero si bien ya está pasando la peor parte del invierno y ha regresado la energía, continúa el problema del agua.
Según medios locales unas 11 millones de personas siguen “sedientas de una solución”.
Las autoridades han recomendado a las personas hervir el agua antes de consumirla, aunque hacerlo les pueda costar “un ojo de la cara”.
Según estadísticas de los organismos oficiales, más de 60 personas fallecieron en todo el país como consecuencia del invierno y poco más de la mitad de todos ellos se registraron en Texas.