El afán de la Unión Europea por salvarse primero que los demás de la pandemia de la covid-19 le ha llevado al extremo de perder las formas decorosas de su pretendida distinción.
En su conflicto con la farmacéutica AstraZeneca y el suministro de las vacunas anticovid, al menos dos países del bloque sugirieron claras amenazas a la compañía si no les cumple con el acuerdo pactado.
Esas dos naciones son Francia y Alemania. Los funcionarios de cada país han dicho que la empresa pudiera enfrentarse a “penas o sanciones” si determinan que han dado prioridades a otros países y no a la UE.
El representante francés de asuntos europeos ha dicho que “defenderemos nuestros intereses”.
Adicionalmente comentó en una entrevista radial que “Nuestros contratos deben ser respetados. Respetar los contratos no es un compromiso moral, es un compromiso legal”.
Mientras tanto el ministro de Economía y Energía de Alemania dijo por su lado que: “Si resulta que empresas individuales no están cumpliendo con sus obligaciones, se debe tomar una decisión sobre las consecuencias legales”.
Complejo de superioridad
Hasta ahí todo parecería el reclamo normal de un cliente insatisfecho pero lo que añadió luego el funcionario alemán sugiere una antipática valoración que pretende colocarse por encima de las prioridades de los demás con un complejo de superioridad que no han podido quitarse todavía.
Peter Altmaier habría dicho que “bajo ninguna circunstancia se debe dar preferencia a otro país antes que a la UE”.
Bruselas acordó con AstraZeneca más de 400 millones de dosis y ha recibido menos de las pactadas en los despachos. La compañía asegura que el problema para la fabricación de la vacuna deriva de las fallas de su planta en Bélgica.
Mientras tanto la eurozona acusa a la farmacéutica de privilegiar la producción y el acuerdo con países como el Reino Unido. Además ha sugerido que la empresa desvía la producción para venderlas al mejor postor, lo que evita que puedan salvarse primero que los demás.
