Se cumplen 2 años, desde que Washington comenzó su juego de tensiones contra Venezuela, en donde se pretendió rendir de miedo al país en medio de un despliegue de maniobras de engaño.
El objetivo era vencer sin pelear. Para ello desde los EE.UU. desplegaron una estrategia plagada de simulaciones, apariencia y la exhibición permanente de la amenaza a través de descuidos deliberados en los que había la sutil sugerencia de que era inútil resistir.
El 1 de febrero de 2019 comenzaba el largo preámbulo de la ayuda humanitaria que debía entrar “sí o sí” a Venezuela. El gobierno venezolano, ya mordido varias veces por las malas intenciones de sus enemigos, supo desde entonces que la aparente operación filantrópica era una simple mascarada con intenciones violentas.
Caballo de Troya
Desde Washington se amenazó a Venezuela de que debía permitir mansamente la operación de penetración de su territorio. Mientras tanto las autoridades del país reaccionaron denunciando a tiempo que la supuesta ayuda humanitaria no era más que un “Caballo de Troya”.
En Washington, la operación de tensiones estaba en la cabeza de John Bolton, el asesor de seguridad de Donald Trump, un viejo Halcón, que no por viejo se había hecho más manso sino al contrario, bastante peligroso.
Quedó para la historia su deliberada nota distraída de 5 mil tropas estadounidenses en la frontera de Colombia con Venezuela durante una conferencia de prensa desde La Casa Blanca.
El humor también mata
La maniobra, en vez de amilanar a Venezuela, devolvió la chapucería con otra broma que desmoralizaría la arrogancia estadounidense. Desde Caracas, Diosdado Cabello respondió con otra nota deliberadamente distraída parta ser vista que decía: “Rondón no ha peleado. 2 millones de milicia, listos”.
La historia ya se sabe cómo termino, y cómo terminaron también quienes encabezaron esa inmensa operación de guerra psicológica. La pretendida ayudada humanitaria no pasó, y no era tal ayuda humanitaria. Los camiones no venían con insumos médicos sino con pertrechos para guarimba.
Venezuela libró su propia Bahía de Cochinos y ganó. Esa batalla, aunque no parezca tal, fue un pulso de estrategia brillante en un formato de guerra invisible que no parece guerra.
La nación bolivariana resolvió las tensiones y evitó la penetración enemiga. Aceitó y consolidó la doctrina militar de la guerra de todo el pueblo y la unión cívico militar; y consiguió que muchos entendieran las dimensiones difusas de un conflicto asimétrico.
2 años después, contra todo el pronóstico de la parafernalia de propaganda norteamericana, el presidente Nicolás Maduro y la Revolución Boliviana siguen llevando las riendas del país. Mientras tanto, Bolton fue despedido por Trump, y luego los estadounidenses botaron a Trump de la presidencia.