En la madrugada de este martes murió el Ministro de la Defensa colombiano, Carlos Holmes Trujillo. La noticia no solo dejó al país sorprendido, o su despacho vacante, sino también a un presidenciable menos.
El funcionario de Duque perdió la batalla contra la covid-19, añadiéndose así a la lista de más de 50 mil colombianos muertos por la pandemia.
Su muerte repentina no solo descoloca al gobierno, que le tiene que buscar sustituto en la cartera de Defensa; sino también al Centro Democrático, que estaba pensando jugarse el futuro del uribismo en la presidencia con un hombre de 69 años.
Con el deceso de Holmes Trujillo se levantó el velo discrecional de sus planes futuros. Dirigentes y senadores que hablaron con él semanas antes de su enfermedad, revelaron que tenía pensado retirarse del gobierno a finales de febrero para dedicarse a su plataforma presidencial.
Como cualquiera que aspira, estaba animado. Confiaba en el apoyo de Iván Duque para esta vez sí ganar. En 2017 probó a ser el abanderado del uribismo, pero Duque le ganó en las internas del partido.
Al parecer el Centro Democrático le habría arrimado demasiado la brasa a su nombre, que muerto inesperadamente, el expresidente Uribe reconoce que su partida los dejaba con una “tremenda orfandad”.
En un comunicado, el partido presumió de su exceso de congoja al decir que “era, por mérito propio, una de nuestras principales opciones para 2022”.
Relaciones mafiosas
Sin molestarse en referir cuales eran esos méritos, el enunciado deja en el aire la conjetura abonada por la tradición reciente de sus presidentes de que al menos cumplía muy bien con una de ellas: referencias personales autenticadas de la relación de su familia con un varón notable de la droga.
En Youtube está posteado un video del capo mencionando y agradeciendo a 3 parlamentarios compañeros de su mismo partido Renovación Liberal; una alusión que en principio se creyó que era al fallecido Ministro de la Defensa pero que luego se comprobó que era su padre; un detalle que tampoco sirvió demasiado para quitarse el lastre de una relación mafiosa.
Si bien no es una costumbre particularmente colombiana la de borronear las sombras de alguien que ya murió para poner de relieve sus grandes virtudes, sus apologistas se esmeraron demasiado en pulir sus poses de venerable caballero de voz pausada, convicciones firmes y prócer defensor de las instituciones y los colombianos.
¿Carrera intachable?
En ese coro de dolor al servicio de la propaganda del uribismo omitieron que el venerable Ministro de la Defensa con méritos de presidenciable pasó 2 veces por el escrutinio del Congreso. Se salvó de 2 mociones de censura por la represión policial cuando las protestas populares de finales de 2019.
El otro examen que puso en tela de juicio su talante patriota fue por haber autorizado la presencia de fuerzas especiales de los EE.UU. en el país sin antes haber sido debatido en el Congreso.
Al mismo tiempo su mano firme contra los enemigos se impuso “al corazón noble” de la consigna uribista, al dejar sin protección a los excombatientes de las FARC que suscribieron el acuerdo de paz.
Durante su gestión, las masacres se tornaron en una increíble sangría suavizada por la manía de Duque por inventar eufemismos, transformando estos crímenes en “homicidios colectivos”. Nada más en 2020 sucedieron 91 masacres, en las que 381 perdieron la vida.
¿Caballero o gánster?
Carlos Holmes Trujillo antes de ser Ministro de la Defensa, fue también Canciller de Iván Duque. Desde ese puesto apuntó contra Venezuela, potenciando la estrategia de cerco diplomático y el acoso financiero.
A pesar de su pose de sabio de la política, puso en cuestión su inteligencia y sentido común al reconocer como Presidente a un impostor que se juramentó en una calle de Caracas como gobernante legítimo de Venezuela.
Carlos Holmes Trujillo, a pesar de que le han querido hacer trascender como un caballero distinguido de la clase política colombiana, dejó muchas pruebas de que se parecía más a un gánster de una corporación criminal con cargos políticos.