La pugna geopolítica que encuentra a América Latina como escenario determinante en las relaciones de un mundo que se debate entre el multilateralismo y la unipolaridad; ha tenido momentos importantes de repliegue y avance en el contexto de un año complejo, signado por la pandemia del covid-19 y la batalla, tan parecida a una guerra fría, por el descubrimiento de una vacuna.
La región latinoamericana se hace aún más estratégica frente a los embates económicos traídos como resaca de los últimos acontecimientos. Las principales potencias se acercan a la región en búsqueda de garantizar zonas de influencia.
América Latina contiene las reservas energéticas más importantes del planeta: petróleo, gas, oro, coltán, entre otros; y por supuesto la reserva de agua más grande del mundo en la triple frontera.
Un tema importante para abordar a la luz de los últimos anuncios de Wall Street y su negocio sobre el vital líquido.
América Latina en el siglo XXI
Un hito histórico para América Latina fue la llegada de la Revolución Bolivariana al poder en Venezuela en el año 1999 con el liderazgo de Hugo Chávez; que logró junto a otros liderazgos del continente, colocar a la región en un lugar soberano y de beligerancia en el concierto mundial.
Además, en este contexto se promovió el fortalecimiento de los mecanismos de integración existentes y la creación de nuevos modelos de unidad que trascendieron la visión tradicional.
Con la partida física de Hugo Chávez, EE.UU. vuelca la mirada hacia la región pretendiendo resucitar los vestigios de la Doctrina Monroe.
A través de conspiraciones de diversa índole (golpes de Estado, persecuciones judiciales, traiciones, paramilitarismo y la modalidad activada contra Venezuela de la firma de un contrato para resquebrajar el Estado); busca revertir los avances alcanzados en la llegada del siglo XXI.
Tal como plantea Borón (2013) en su obra “América Latina en la geopolítica del imperialismo”:
“Son muchos los motivos por los que Estados Unidos desea apoderarse de América Latina, apelando a diversas estratagemas. Y si tal cosa fuera imposible, el objetivo de mínima es controlar el acceso a los ingentes recursos naturales que tiene la región y que despiertan la insaciable voracidad del imperio.
Fue Colin Powell quien, entre tantos otros, planteó la importancia de América Latina y el Caribe en sus desesperados intentos por lograr la aprobación del ALCA. Según el ex secretario de Estado de George Bush, nuestra región es un gigantesco mercado para las empresas estadounidenses (…)”, p.79.
Esta política tuvo sus efectos. Además de instaurar regímenes de facto e impulsar la instalación de gobiernos de derecha como el caso de Macri en Argentina; significó el debilitamiento de los nuevos mecanismos de integración: Unasur, Celac y la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA).
Sin embargo, esos supuestos liderazgos de la derecha, han sido realmente tigres de papel y los más recientes resultados electorales lo demuestran.
Contexto electoral en América Latina
Los resultados electorales más recientes han demostrado la voluntad de las mayorías. En Argentina, el Kirchnerismo asume nuevamente la presidencia con Alberto Fernández.
En Bolivia, a pesar de las acciones para ilegalizar el partido de Evo Morales e impedir su participación en el proceso; Luis Arce asume la presidencia con una contundente victoria que demuestra el rechazo absoluto al gobierno de facto que instaló a Jeanine Añez en el poder.
En el caso de Chile, la mayoría aprobó la sustitución de la Constitución que fue impuesta durante la dictadura de Pinochet y que sigue vigente en este país.
Asimismo, las elecciones parlamentarias en Venezuela con una victoria del chavismo a pesar de un escenario adverso para la población; marcan la voluntad de continuar en el camino de la Revolución Bolivariana que fragua diariamente contra los embates de un bloqueo criminal impuesto desde hace más de 5 años.
El próximo 7 de febrero se realizarán las elecciones en Ecuador. Las encuestas apuntan a una victoria de la Revolución Ciudadana a pesar de las acciones, al estilo de Bolivia, de inhabilitar a Rafael Correa y su partido para impedir su participación.
Esta correlación de fuerzas proyecta un nuevo escenario para la región. La unidad latinoamericana suma alianzas para renacer del triste papel en que pretendió ser arrinconada por la política exterior de EE.UU.
La Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América se reimpulsa
En el caso de la ALBA, al celebrarse la XVIII Cumbre de jefes de Estados y gobiernos, se anuncia la reincorporación de Bolivia a este escenario. Además, asume la Secretaría General Sacha Llorenti, embajador de Bolivia.
Por otra parte, se impulsan acuerdos en materia de alimentación y de vacunación en el contexto de la pandemia del covid-19 a través del Banco del ALBA.
Asimismo, Argentina asume la presidencia del Mercosur. Se espera que esto signifique el fortalecimiento de este mecanismo de integración; y que además permita la participación plena de Venezuela, así como la incorporación de Bolivia.
América Latina continúa en el centro de una pugna mundial.
Aunque muchos pretendan colocar a la región en una zona irrelevante, la realidad es que desde tiempos históricos ha sido prioridad en la política exterior de EE.UU. y del mundo; cuando asumen la Doctrina Monroe casi un siglo antes que la Doctrina Wilson con la que dirigirán la política exterior hacia Europa.
El agotamiento de los recursos energéticos a partir del año 2005, convierte a América Latina en una región estratégica.
Las potencias del mundo pugnan por garantizar sus zonas de influencia en este vasto territorio.
Frente a esta realidad, la unidad latinoamericana se hace urgente para fortalecer lazos políticos, económicos, culturales y militares; que impidan la dominación extranjera y permitan la integración de la región como un bloque de poder en la geopolítica mundial.
