4 de febrero de 1992: ¡Por ahora y para siempre!

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4 de febrero de 1992 es el día que partió la historia de Venezuela en dos. Un día que lanzó como rayo fugaz a Hugo Chávez y con él a un ejército de soldados a las calles a acabar con el gobierno genocida y corrupto de Carlos Andrés Pérez (CAP). El día del famoso ¡Por Ahora! que se transformó en un ¡Para siempre!

Venezuela atravesaba una de las peores crisis económica, social, política e institucional del siglo XX. Las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) se imponían como la «receta de CAP» para «salir de la crisis». El gobierno sabía de la indignación popular que desencadenó en El Caracazo, pero la desestimó.

Miles de muertos en las calles. Los militares, por órdenes de CAP, salieron a masacrar al pueblo. Caracas y Miranda fueron la vanguardia y eso originó uno de los movimientos populares y espontáneos más importantes de toda América Latina. Venezuela despertó temprano y enfrentó con sangre a las políticas neoliberales.

4F: La consecuencia necesaria

En el seno de las Fuerzas Armadas se iba fraguando un movimiento rebelde. Años atrás, los cuadros medios del Ejército y de otros componentes armados, se estaban organizando para dar fin a la pesadilla que durante 40 años vivió el pueblo. El teniente coronel Hugo Chávez y cientos de militares tomaron el Cuartel de la montaña y «mandaron a parar».

Chávez dijo sobre la toma del cuartel, en el 23 de enero: “Allá llegamos aquella medianoche, entre ráfagas de fusilería y un denso olor a pólvora que comenzaba ya a impregnar “la madrugada enrojecida”. Allá instalamos el comando general de la operación insurreccional Ezequiel Zamora”.

El movimiento insurreccional fue descrito por Chávez como «una vanguardia», pero no era una vanguardia meramente nacional, ni mucho menos una vanguardia meramente militar. Esta vanguardia se vio internacionalizada por las fuerzas populares y progresistas que tomaron el poder 20 años después. En Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina, entre otros. Los pueblos siguieron «el ejemplo que Caracas dio».

Aquel amanecer del 4 de febrero, en palabras del Comandante Chávez fue iluminado por «los 3 colores mirandinos» y «para amanecer desafiando a quienes traicionaron las esperanzas de todo un pueblo heroico y libertario”.

Aquel «Por Ahora» fue un «Por Ahora” a bajar las armas, pero jamás se constituyó en la rendición de la causa popular, la causa libertaria, la causa bolivariana. Aquella que se convirtió en millones de votos para Chávez en 1998, su primera elección, y que «ahora ondea en las manos forjadoras de millones de hombres, mujeres y niños venezolanos, ¡Para siempre!”.

Grisel Marroquí en uno de sus versos dedicados a aquel 4 de febrero escribe:

«Brindemos, Comandante, por sus alumnos. Cadetes de azul, de blanco y oro, formados por usted en el legítimo pensamiento y en el amor libertario de su jefe, Simón Bolívar.

Por la legión de boinas rojas. Por el ejército republicano.

Por los civiles que lo acompañaron.

Por los estudiantes, sementeras del camino, que se crecen en su ejemplo.

Por sus compañeros de prisión tan valientes como usted.

Por las madres, las viudas y los hijos, que derraman flores los domingos sobre las tumbas de la dignidad.

Por Elena, que representa la gallardía de la mujer venezolana. Hagamos un último brindis:

En su compromiso con el pueblo no puede existir jamás el subterfugio de la palabra. Usted no se pertenece. El ascenso y condecoración que le otorgaron ese 4 de febrero lo obligan a conducirlo hasta la ¡VICTORIA!».

 

Fidel Madroñero

@soyfidelpsuv

Diputado a la AN de Venezuela


 

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