El 15 de agosto de 1805, El Libertador Simón Bolívar juró en el Monte Sacro de Roma ofrendar su vida y alma para liberar a su patria del yugo español.
Hoy se cumplen 215 años de esa promesa que sellaron el destino del continente y la vida de Bolívar, quien se transformó para siempre en el Padre de seis naciones y en un estadista que sigue signando la política latinoamericana.
Aquella vez Bolívar, acompañado también de su maestro Simón Rodríguez, subieron a la colina de la ciudad eterna, contemplando la antigua gloria de Roma, donde dijo:
“¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!”.
Entonces el futuro Libertador tenía 22 años y parecía una promesa demasiado grande para alguien tan joven; pero no tan descabellada para un alma alumbrada por las ideas políticas de vanguardia de su época.
Nacimiento histórico
En aquel monte nació el hombre tenaz que empeñó su alma y ofrendó su espada para una misión histórica que no solo se reduce a la derrota del colonialismo español, sino que también dibujó los bordes de un legado que trascendió más allá de su tiempo.
Dada la trascendencia de este juramento, los hombres de este tiempo levantaron un monumento en aquel lugar en honor a Bolívar; un tributo que lo expone a la gloria como también a los odios de sus adversarios en el siglo XXI.
Enemigos contemporáneos
Por ser su nombre la inspiración de los procesos de emancipación y dignificación social de los pueblos latinoamericanos; los enemigos de la causa no solo atacan a los líderes contemporáneos que beben de las ideas de El Libertador, sino que también han vandalizado los monumentos en su honor.
Así sucedió con el busto de Bolívar que se yergue en El Monte Sacro, atacado con una saña que revela que detrás de la acción que destruye sus estatuas se esconden las capas de un odio determinado también a liquidar su memoria, que sigue siendo peligrosamente subversiva para quienes siguen reivindicando el mundo desigual en el que vivimos aún.