Las elecciones parlamentarias en Venezuela se llevaron a cabo sin contratiempos el pasado 6 de diciembre. Muchos aspectos hay para destacar, entre los principales:
- El ejemplar civismo de la población, aún en medio de un criminal bloqueo financiero.
- La transparencia, auditabilidad y fluidez del proceso comicial y
- La rapidez con que el árbitro electoral divulgó los resultados.
Sin embargo, una mirada rasante por la prensa internacional, sirve para comprobar que estas virtudes del evento venezolano no sólo fueron invisibilizadas; sino que se trabajó arduamente para posicionar conceptos peyorativos, mediante una retórica cartelizada.
No puede ser casualidad, y ciertamente no lo es, que influyentes medios de comunicación, entre rotativos y agencias noticiosas, emplearan los mismos términos y desarrollaran prácticamente el mismo enfoque descalificativo. Esto fue especialmente notorio en lo que se ha convertido el núcleo fuerte del ataque contra Venezuela; a saber: el eje conformado por Washington, Madrid y Bogotá.
Muchas de estas agencias informativas y periódicos mantuvieron la misma línea editorial. Palabras como fraude y farsa plagaron las reseñas. Este enfoque a su vez guió el comportamiento de algunas redes sociales. Y así ambos formatos se retroalimentaron, siguiendo un guión preestablecido.
Medios cartelizados
La intención de esa «cartelización» informativa, como bien denunció el primer mandatario, Nicolás Maduro, el día de ayer, era tratar de manchar a las instituciones venezolanas. Semejante conducta ha sido un fenómeno comunicacional ampliamente estudiado por filósofos y comunicólogos de distintas nacionalidades. Es el caso de Paul Virilio, Ignacio Ramonet, Vicente Romano y Miguel Ángel Pérez Pirela, entre muchos otros.
En la esencia de esta lógica están la construcción de postverdades, así como la divulgación de fake news. Para ello basta con crear «un acontecimiento» en la esfera comunicacional. Indistintamente de que ése «acontecimiento» sea falso. Es decir, que no se corresponda con la realidad. Pero por el sólo hecho de aparecer en medios y redes, se convierte automáticamente en una «verdad mediática» o más bien una postverdad. Que «aconteció», pero no en el mundo real, sino en el ámbito de la información.
Y esa fue la constante de un discurso sin fisuras. La palabra fraude se repitió insistentemente. Y ni siquiera por mera cortesía se citaron las reiterativas declaraciones de la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Indira Alfonzo, quien explicó hasta el cansancio que el proceso comicial venezolano ha sido objeto de 16 auditorías.
100% auditables
La máxima vocera del Poder Electoral, detalló que estas auditorías se realizan antes, durante y después del acto de votación. Que en esas auditorías participan los partidos de gobierno y de oposición. Que se auditan las máquinas, el software, la tarjeta electoral y el padrón electoral. Igualmente, que se hace una «auditoría en caliente» al 50% de las máquinas utilizadas. Que estos equipos se seleccionan de manera aleatoria; cosa que no sucede casi en ningún país del mundo. Pero los medios sólo hablaron de fraude y farsa.
Nada de los aspectos relacionados con la rigurosidad técnica del CNE se mencionó. En su lugar, la prensa internacional repitió machaconamente la matriz de la trampa. A pesar de que hasta ahora ninguno de los acusadores ha presentado una pruebas.
El país de España, un ariete del ataque contra Venezuela, presentaba el «acontecimiento» de este modo: «El chavismo afianza su poder en unos comicios marcados por la abstención y las acusaciones de fraude«. Mientras que la emblemática agencia informativa de EE.UU. Associated Press (AP), no da crédito al CNE. Y deja el peso del anuncio en el primer mandatario nacional: «Maduro de Venezuela afirma barrido de elecciones boicoteadas«.
Completan el corazón de este ataque informativo de la prensa internacional, como no podía ser de otra manera, los medios colombianos: El diario El Espectador calificó el triunfo, como «la victoria más pírrica en la historia del chavismo». Y se sumó al ataque con particular entusiasmo la agencia alemana Deutsche Welle. Los teutones titularon: el «Fraude ha sido consumado» y «El chavismo gana las legislativas con abrumadora abstención».
Cayapa mediática
Un claro ejemplo de «trabajo en equipo» de la prensa internacional, para crear un «acontecimiento» informativo. Que además tuvo su correlato en las denominadas redes sociales. Ayer circuló insistentemente por la popular YouTube una publicidad de Juan Guaidó donde llamaba a no votar, para no «convalidar la farsa».
Esa matriz ha sido tendencia en Twitter, soportada en una declaración del denominado Grupo de Lima, desconociendo la «farsa». Este tratamiento tiene, al menos, dos posibles explicaciones de fondo. Por un lado, se intenta «lavar la cara» del estruendoso fracaso de Guaidó, quien no sólo no logró su objetivo de «sacar a Maduro», sino que ahora queda también desinvestido de sus poderes como diputado. Pero además se quiere dejar latente la tesis del Estado forajido, para seguir justificando las sanciones que existen y la eventual aplicación de nuevas penalidades.
La verdad la expresó con sagacidad el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien advirtió que de persistir en su postura la Unión Europea se encamina hacia el «mayor absurdo» del Derecho Internacional.
«Porque sino se reconoce a la Asamblea que hoy se elige y la Asamblea que había ya no existe porque cumplió su mandato. Y si no se reconoce al presidente Maduro, por la hipotética acusación de fraude de la elección de mayo de 2018. Y el presidente Guaidó (Juan) era presidente por una Asamblea que ya no existe. Por tanto también termina ese hipotético reconocimiento, osea al absurdo no se puede llegar de decir que en Venezuela no hay ni parlamento, ni presidente, ni instituciones. Es verdad que a veces la política genera estas propuestas inconsistentes. Y por eso pido una reflexión serena, sosegada», expresó Zapatero.
Todos participaron
Por otro lado como ha explicado el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello y diputado electo a la nueva Asamblea Nacional de Venezuela: en la elección de ayer participaron los 20 millones que estaban convocados. Solo que cada quien decidió como lo haría. Es para el análisis como una población agobiada y atacada con máxima crueldad, mantiene el fuelle para votar en defensa de sus ideas y de sus instituciones.
Lo que aconteció, pero no en el terreno de la mediática, sino en la realidad real, es que Guaidó perdió su condición de diputado. Asimismo la Asamblea Nacional fue renovada con el voto popular. Igualmente, se reafirmó la soberanía y la autodeterminación de los venezolanos. Y se inicia un nuevo ciclo de trabajo arduo por la reconstrucción del país tras un período nefasto y destructivo como el bloqueo de EE.UU. a Venezuela.