por: Maryclen Stelling
La reciente propuesta de “diálogo, entendimiento y paz” presentada por representantes de un amplio espectro político y social del país, parte del reconocimiento de la diferencia, diversidad y pluralidad política, con miras a desarrollar un proyecto colectivo de convivencia social en democracia (Rueda de prensa 23-08-2019).
Sin demeritar las dificultades internas que se observan en el país y sin obviar el serio escollo que suponen para la paz, las recientes medidas tomadas por el gobierno de EEUU, prevalece en la propuesta la aspiración a entendernos y a vivir juntos en un mismo lugar, Venezuela. Plantea la necesaria superación de la polarización y radicalización prevalecientes en el país, que nos conmina a ubicarnos en posiciones extremas y en conflicto. Presupone la percepción del adversario político en tanto actor legítimo en la aspiración de entendimiento.
No apuesta a la política de la despolitización; no pretende la exclusión de otros discursos; ni plantea ocultar la dimensión conflictiva de la política. Menos aún, impulsa la antipolítica en tanto despolitización del juego político. Por el contrario, promueve el fortalecimiento de las identidades políticas. Procura la reconfiguración de los imaginarios y de las categorías sociales a través de las cuales nos conocemos, reconocemos y nos aproximamos a la realidad. Denuncia la violencia discursiva contra “un enemigo” satanizado y/o invisibilizado, expresión de las relaciones de poder prevalecientes en la cultura política imperante. Llama la atención de medios de comunicación, devenidos en actores políticos, donde se imponen y transmiten narrativas simplificadoras, estigmatizadoras de la pluralidad política y promotoras de posiciones extremas en conflicto, suerte de marco interpretativo a través del cual leemos la realidad venezolana. Aboga por un lenguaje despolarizado que reconozca al “otro”.
La filósofa Chantal Mouffe, acuña el concepto de pluralismo agonista, cuando el disenso se manifiesta no bajo la forma del antagonismo, sino a través del agonismo, donde el adversario reconoce la legitimidad del oponente y el conflicto se conduce a través de las instituciones. En una democracia pluralista es necesario transformar el antagonismo en agonismo y al enemigo en adversario.
@maryclens