Con un formato casi idéntico al que han pretendido aplicar en Venezuela, el bloque de países de la Unión Europea (UE) ha declarado que desconocen las elecciones presidenciales de Belarús. Igualmente, amenazaron con la activación de más sanciones económicas.
Cada vez que una nación ha pretendido seguir un modelo basado en el respeto de su soberanía, así como en la autodeterminación para el diseño y aplicación de políticas el resultado es similar. Primero se descalifica al país en cuestión hasta satanizarlo, luego se le aplican las mal llamadas sanciones económicas. Y, finalmente, se recurre bien a una invasión militar o la estrategia del llamado golpe suave o de mecha lenta. Sino optan por una mezcla de todas las anteriores.
Curiosamente en el denominado mundo libre, se coarta el derecho de los pueblos a decidir quiénes serán sus gobernantes y con quiénes pueden realizar sus transacciones económicas. Casos similares, con su variantes, se han visto en Irán, China, Rusia, Siria, Libia, Líbano, Palestina y por supuesto Venezuela, y ahora Belarús, entre muchos otros.
Respaldo mayoritario
Aunque el actual mandatario de Belarús, Alexandre Lukashenko, goza de una elevada popularidad y, de hecho obtuvo una victoria contundente con más de 80% de los votos. Los demonios de la mediática se han avivado porque el gobernante acumula 26 años en el poder.
Pero se ha mantenido allí a través del voto. En un sistema realmente democrático, la soberanía debería residir en única e intransferiblemente en el pueblo. Y no en una coalición de países que se erigen como los únicos que supuestamente saben qué es lo que le conviene a la gente.
“Para nosotros (…) no hay duda de que se produjeron violaciones masivas del Estado de derecho en las elecciones». La declaración de la UE alude directamente a los comicios presidenciales del pasado 9 de agosto. El anuncio fue realizado por la canciller alemana, Ángela Merkel, desde Berlín. Esto tras una teleconferencia urgente de los mandatarios europeos.
Pautas de la derrota
El pronunciamiento, parece haber seguido a pies juntillas, las peticiones de la candidata derrotada, Svetlana Tijanóvskaya, quien se encuentra prófuga en Lituania. A través de un vídeo de YouTube y hablando en perfecto inglés, la política opositora solicitó lo siguiente: «Os llamo a no reconocer estas elecciones fraudulentas. El señor Lukashenko ha perdido toda legitimidad a los ojos de nuestro pueblo y del mundo».
Tijanóvskaya apenas obtuvo 9,1% de los votos totales. No obstante, arenga desde el exterior manifestaciones “pacíficas”. Hasta ahora esas actividades “pacíficas” han ocasionado más de 120 heridos. La estrategia utilizada en estas “protestas” es calco al carbón de las guarimbas aplicadas en Venezuela. Todo indica que se está siguiendo el famoso manual de Gene Sharp para las “revoluciones de colores”, golpes suaves o golpes de mecha lenta.
A pesar de las protestas, el presidente Lukashenko se ha mantenido firme. “Y nos exigen, ni más ni menos, que les cedamos el poder. Es decir, esto lo interpretamos de una sola forma: es un intento de tomar el poder con todas sus consecuencias», advirtió el mandatario beloruso.
De seguro arreciarán las sanciones y presiones contra Bielorrusia. Es el destino que le espera a todos los países díscolos que no aceptan que les marquen la cartilla desde la Casa Blanca. Cualquier parecido con la realidad venezolana no es pura coincidencia.