Quien pretenda ver a la administración estadounidense desde una lógica de simple agresión, lo estaría haciendo desde una perspectiva errada. A Donald Trump hay que verlo en el contexto de un conjunto de tensiones internas y externas.
Tensiones internas derivadas del hecho que al ser él mismo un outsider, que surgió no de los partidos históricos de EEUU (demócratas y republicanos), sino proveniente de nuevas lógicas de poder asociadas a las nuevas etapas de desarrollo del post capitalismo especulativo, no responde a las estructuras ni a los códigos que esos poderes tradicionales han ejercido a todo lo largo del siglo XX y lo que va del XXI.
Trump se está enfrentando al denominado “triángulo de acero” (el lobby del Congreso, las corporaciones y la estructura del aparato de seguridad y Defensa) que son el verdadero poder, detrás del poder de EEUU. Ese triángulo, en dónde se han movido adecuadamente las últimas administraciones (los Bush -padre e hijo-, los Clinton, los Obama), se siente amenazado ante este actor, que no solo los confronta en su unilateralismo globalizante, sino también en sus formas de relacionarse. Esa confrontación conlleva a un desplazamiento de actores y al intento de imponer nuevas reglas.
En términos de las tensiones externas, ese juego también afecta. Estados Unidos, derivado de esas lógicas, ha perdido un espacio geoestratégico importante, ha retrocedido en términos económicos, ha empeñado la hegemonía cultural que construyeron en toda la segunda mitad del siglo XX y peor aún, hicieron posible que se unieran dos actores mundiales que nunca antes habían marchado juntos. Por supuesto que nos referimos a Rusia y China. Cuando Kissinger en la década de los 70 se acercó a China fue para intentar detener a Rusia. Bueno, la prepotencia del unilateralismo globalizante permitió que ellos se unieran y Trump ha entendido el peligro que eso representa.
Por lo tanto, el hacer de Trump debemos verlo como una respuesta a estos procesos. Y la suspensión de la licencia a Chevron debe ser vista como un intento de establecer sus propias reglas con relación al petróleo y la geopolítica de Venezuela. Estaremos asistiendo a la posibilidad de un nuevo contexto en esa relación, pero en la lógica “teatral” y específica que le imprime Trump. Aquellos que se sienten contentos con esta “suspensión “ no están viendo todo el contexto. Lo más importante, es que Nicolás Maduro y el equipo de la revolución, si lo entienden y lo asumen.