¡Welcome to the jungle! La llegada de Trump al poder supone la instalación de un nuevo paradigma político donde el imperialismo cierra filas a fin de procurar nuevamente el control del mundo con herramientas como las redes sociales y la inteligencia artificial. La nueva administración Trump también pone de manifiesto una reconfiguración interna de las élites en Estados Unidos que, aliadas con el gran capital internacional, promueven el transhumanismo, venden armas, atizan la guerra al colmo de ejecutar genocidios y compran industrias y tierras en los países en conflicto para expropiar a las naciones de su patrimonio económico. En tal contexto el mundo de hoy se separa entre aquellos que viven a merced de los designios de la burguesía fascista del siglo XXI y los que resisten como pueblos, acentuando en esta disputa la brecha entre ricos y pobres, especialmente si estos últimos son migrantes.
¡Welcome to the jungle! Estados Unidos amaneció este martes bajo un frío polar que hace temblar a todos mientras la incertidumbre se apodera de aquellos que aún procesan el paquete de medidas que tomó el presidente Donald Trump en su primer día tras su regreso a la Casa Blanca. El escenario es salvaje, pues parece que solo sobrevivirán los más fuertes. Tal y como ocurre con los migrantes que cruzan el Darién con el Sueño Americano enrollado junto a los pocos dólares que llevan consigo para ir pagando coyotes y comida en el camino.
Los imagino dentro de un cuadro de Wilfredo Lam, sinuosos, surreales y fragmentados. Cruzando con un machete en la mano la tupida selva en la que rugen tigres, sin saber que las fieras más terribles las encontraran fuera de la selva, en la frontera, o incluso ya dentro del propio EE.UU., saludando con una señal nazi. La verdadera fiera es el sistema que los ha condenado a la miseria, es la lección que aprenden todos los que analizan su situación con un poco de marxismo de por medio.
¡Welcome to the jungle! Tom Homan, un cazador profesional y una de las personas favoritas de Trump, dijo que los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, según sus siglas en inglés) ya han comenzado a buscar a los inmigrantes con antecedentes penales, como si se tratara de una cacería en la jungla. Ese juego macabro de cacería humana se ve claramente en la frontera, donde el número de migrantes capturados al intentar cruzar aumentó cada año desde unos 850 mil en 2019, durante la presidencia de Trump, a un pico histórico de más de 2 millones en 2022 y 2023. Con esta tendencia ¿Qué podemos esperar de EE.UU. para este 2025 además de deportados, insultos y muertos?
Aunque no existen estadísticas definitivas, el Consejo Estadounidense de Inmigración estima que la población migrante indocumentada ronda los 13 millones. Además, dentro del país también se ubican unos 900 mil migrantes que solicitaron citas vía la app CBP One para ingresar a EE.UU. legalmente.
Asimismo, el programa de protección temporal contra la deportación, el llamado TPS, permitió el ingreso de casi un millón de personas solo el 2024. Este es el programa que han usado los venezolanos para ampararse, procurando además hacerse de la bendición de Trump, pero sin esperanzas concretas, pues, aunque vociferan contra el presidente Nicolás Maduro, siguen siendo latinos y por lo tanto son caca para los supremacistas blancos hijos del Tío San. ¡Welcome to the jungle!
Mientras las autoridades colombianas y panameñas toman medidas para afrontar la situación que complejiza las relaciones con los EE.UU., más de 300 mil migrantes cruzaron el Darién en 2024, según datos de las autoridades panameñas. La salvaje selva del Darién, frontera natural entre Panamá y Colombia, no se parece a la selva pintada por Wilfredo Lam, pues, aunque guarda el mismo misterio de todo santuario de la naturaleza, le falta magia y le sobra miseria. La selva debería estar llena de mitos y relatos mágicos bajo la luna, de figuras alargadas y máscaras africanas, pero está ahogada en el drama social y en una supervivencia que se parece más a las consecuencias del capitalismo que a la selva misma.
Estoy seguro que frente a esta situación el cuadro de Wilfredo Lam tendría otros tonos y otros protagonistas, quizá habría menos azul y más rojo. Cuando el pintor cubano llegó a Francia, a finales del año de 1930 ese era el color que definía al mundo y fue recibido por otro rojo, el gran Picasso, el cual lo adoptó como un discípulo. La influencia del artista surrealista y cubista en los cuadros de Lam es innegable, la selva es una muestra clara de ello, pero no se trata solo de la técnica a la hora de pintar, sino del compromiso político que el artista cubano mantuvo en su vida, se alimentaron como camaradas. Son los colores, pero también la ética socialista y antifascista.