El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un plan audaz: deportar al menos un millón de migrantes al año como parte central de su política migratoria. Esta iniciativa marca un endurecimiento significativo en la postura del gobierno hacia la inmigración, prometiendo consecuencias de gran alcance para individuos y comunidades en todo el país. Trump detalló estas medidas, generando un intenso debate sobre su viabilidad y su impacto humanitario.
El plan para intensificar las deportaciones masivas se integra en un proyecto legislativo que Trump ha denominado ‘Gran y hermoso proyecto de ley’ (‘Big Beautiful Bill’). Ha presentado esta propuesta ante el Congreso, y la Casa Blanca la respalda firmemente, lo que subraya la determinación del ejecutivo en hacerla avanzar. Este paquete de medidas representa una visión clara y contundente para la seguridad fronteriza y el control migratorio, prometiendo transformar el panorama actual.
«Vamos a financiar completamente las secciones finales del muro fronterizo y propondremos un nuevo impuesto sobre las remesas de dinero enviadas a países extranjeros. Y aumentaremos drásticamente las deportaciones a un mínimo de un millón de inmigrantes ilegales al año», declaró Trump durante un discurso en la Casa Blanca. Sus palabras no solo reafirmaron su compromiso con las políticas de línea dura, sino que también delinearon las fuentes de financiamiento y los objetivos cuantitativos para su ambiciosa agenda.
Refuerzo del aparato migratorio
La iniciativa también contempla un robusto refuerzo del aparato migratorio. Incluye la contratación de 10 mil nuevos agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), además de 5 mil oficiales adicionales para la Patrulla Fronteriza. Asimismo, el plan prevé la construcción de más centros de detención. Estas expansiones buscan ampliar la capacidad operativa de las agencias encargadas de la aplicación de la ley migratoria.
Además, el proyecto asigna más fondos para vuelos de deportación y operativos en ciudades que limitan su cooperación con las autoridades migratorias federales. Consecuentemente, el gobierno busca presionar a las jurisdicciones que implementan políticas de santuario, buscando asegurar una mayor colaboración en los esfuerzos de detención y expulsión. Esta medida intensificará la tensión entre las autoridades federales y locales.
Política migratoria
Como parte de esta agresiva política migratoria, el Pentágono anunció el jueves que contempla la creación de 2 nuevas zonas militarizadas a lo largo de la frontera con México. Estas se suman a las dos áreas existentes, elevando a cuatro las zonas donde el personal militar puede detener a migrantes. Una fuente del Departamento de Defensa confirmó que el secretario, Pete Hegseth, ordenó a las Fuerzas Aéreas y la Marina tomar las medidas necesarias para incrementar las llamadas Áreas de Defensa Nacional (NDA) en esa linde.
Previamente, el pasado 11 de abril, el presidente Trump autorizó al Ejército estadounidense a apoderarse de terrenos federales en la frontera con México. Esto facilita el avance de su política migratoria al asegurar el terreno necesario para la construcción de infraestructuras fronterizas. La toma de control del terreno por parte del Ejército subraya la creciente presencia del Pentágono en la gestión de los organismos de migración. Así, la administración Trump intensifica la militarización de la frontera. El enfoque en la detención y expulsión de migrantes a gran escala, apoyado por una expansión sin precedentes de los recursos militares y de aplicación de la ley, redefine radicalmente la política migratoria de Estados Unidos, estableciendo un precedente que podría tener repercusiones duraderas.
