La Franja de Gaza marcó un sombrío y trágico hito en el actual genocidio, pues el número de palestinos muertos por ataques israelíes superó las 60 mil personas desde octubre de 2023, según el Ministerio de Salud del enclave. Ante esta devastadora realidad, reportes recientes indican que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump reconoció el uso del hambre como un arma de guerra en el conflicto. Este reconocimiento impacta profundamente el debate global sobre la crisis humanitaria y las tácticas militares en la región.
Ross Smith, director de Emergencias del Programa Mundial de Alimentos (PMA), expresó una alarma profunda ante la situación. “Es claramente un desastre que se desarrolla frente a nuestros ojos, frente a nuestro televisor. Esto no es una advertencia. Este es un llamado a la acción. Esto no se parece a nada que hayamos visto en este siglo y nos recuerda a desastres anteriores en Etiopía o en Biafra en el siglo pasado”, declaró Smith. Sus palabras subrayan la urgencia de la situación y la necesidad de una respuesta internacional inmediata y contundente para evitar una catástrofe aún mayor.
En las últimas 24 horas previas al martes por la mañana, al menos 112 personas perdieron la vida y 637 resultaron heridas en Gaza. Entre los fallecidos, se contabilizan 18.592 niños y 9.782 mujeres, cifras que revelan el costo humano devastador del conflicto, con un impacto desproporcionado en las poblaciones más vulnerables. Estas estadísticas, por lo tanto, pintan un panorama desgarrador de la crisis humanitaria que enfrenta la Franja.
Táctica de guerra y consecuencias
Además, más de 40 personas han sido asesinadas mientras intentaban obtener ayuda humanitaria, a pesar de las supuestas «pausas» en los combates. Este hecho resalta la extrema peligrosidad de la situación para los civiles que buscan desesperadamente alimentos y suministros básicos. La negación del acceso seguro a la ayuda humanitaria agrava significativamente la ya precaria situación y, de hecho, constituye una violación flagrante del derecho internacional humanitario. Entre abril y mediados de julio, más de 20 mil niños han sido admitidos para tratamiento por desnutrición aguda, con más de 3 mil de ellos en estado de desnutrición grave.
Médicos en Gaza reportan casos desgarradores de bebés severamente desnutridos, a quienes describen «sin músculos ni tejido graso, solo la piel sobre el hueso». Estas imágenes y testimonios refuerzan la evidencia de una crisis alimentaria sin precedentes, que amenaza con aniquilar a una generación entera de niños si la comunidad internacional no interviene con determinación. Por consiguiente, la situación exige una movilización global para garantizar la entrada de ayuda vital a la Franja.
Aunque Israel ha implementado «pausas tácticas» diarias de 10 horas en 3 áreas específicas para permitir la entrega de ayuda, los ataques aéreos continúan durante la noche y en otras zonas. Esta situación contradictoria pone en tela de juicio la efectividad de dichas pausas y, por lo tanto, el genocidio continúa sin una interrupción significativa. La continuidad de los ataques, a pesar de las pausas declaradas, genera desconfianza y profundiza el sufrimiento de la población civil.
El reconocimiento de Trump del hambre como arma de guerra en Gaza amplifica la crisis. Además, presiona a la comunidad internacional a actuar. Este escenario exige condena y acciones. Debemos proteger civiles y asegurar ayuda sin restricciones. Es vital poner fin a un conflicto que usa la privación de alimentos.