Una cree que sostener un proyecto revolucionario es solo cosa de fuerza. Que basta con resistir, con seguir. Pero no. Sostener también es amar con madurez. Es preguntarse. Es volver a mirar lo que se ha hecho sin miedo...
Revolucionar permanentemente, significa que la historia no tiene fin. Que no es un proceso lineal, ascendente, fatídico, inevitable y progresivo. Un “hacia adelante”, futuro único propuesto por la modernidad, convirtiendo a la ciencia, el libre mercado y la democracia...