Sancionar a Dios | Por: Roberto Hernández Montoya

¿Es Trump el máximo soberbio de la Historia? Examino otros —César, Napoleón, Hitler— pero no tuvieron el botón nuclear, ni desafiaron potencias como la China y Rusia al mismo tiempo, ni execraron la Organización Mundial de la Salud en medio de una pandemia, ni sancionaron la Corte de La Haya.

Anunció un mitin y hará firmar a los seguidores que lo eximan de responsabilidad si se contagian. Cada día la humanidad presencia una enormidad mayor que la anterior. Supongo que invadirá a Rusia el próximo invierno para no ser menos que Napoleón y Hitler ¿No desdeñó el coronavirus y por eso ya los Estados Unidos van rumbo a las 200.000 muertes? ¿No dijo que si hay esa cifra se habrá hecho “un gran trabajo”? Recomendó inyectarse Pinolín. Hubo que descartar miles de hisopos para examen de coronavirus porque se negó a ponerse mascarilla en la fábrica. ¿No propuso detener los huracanes con bombas atómicas? El único que puede superarlo es él mismo. El peor delito que se puede cometer es no ser Trump. Por eso tiene amenazada con sanciones a la humanidad entera.

¿De dónde sale ese esperpento? De Wall Street, el Centro del Universo. Es un niñato malcriado promovido a Héroe Máximo del peor capitalismo y por eso se le permite manosear a su hija adolescente delante de la humanidad pasmada y nadie osa reprochar su amistad con el pederasta Jeffrey Epstein, aspirante a Mayor Depravado de la Historia, que ríete de Calígula, otro emperador decadente. Por eso lo pusieron de mascarón de proa del Estado Profundo.

Debe sentirse horrible todo el tiempo porque esos personajes inseguros viven sobresaltados de que haya alguien que sea más que ellos friendo un huevo o silbando por la nariz. Eso obviamente le produce la ansiedad que lo llevó a dar un empujón al primer ministro de Montenegro.

Es hijo también del “excepcionalismo estadounidense”, que pretende que los gringos pueden entrar como río en conuco en Macuto.

Pero Trump-Rambo encontró la horma de su zapato en Chuao. La imagen del Capitán América amarrado boca abajo por una pescadora es tan sublime como el apagón de la Casa Blanca. Quien no encuentra a su papá en su casa lo encuentra en la calle.
Solo le falta sancionar a Dios por usurparle las funciones.

 

ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA

@rhm1947

Publicado en ÚN.


 

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