Rusia-Ucrania: Hace un año anticipamos el posible escenario actual | Por: Christian Lamesa

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Desde Moscú

A pesar de que el mundo, u occidente, parece sorprendido por los acontecimientos de las últimas horas y días, lo que sucede en este momento en los territorios de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y en Ucrania, lleva ocho años gestándose, primero con el golpe de Estado instigado y financiado por los EEUU y la Unión Europea, en contra del gobierno elegido democráticamente por el pueblo ucraniano, encabezado por Víktor Yanukóvich, y posteriormente la inestabilidad fue incrementándose, al amparo de la mirada complaciente de Washington y Bruselas ante el incumplimiento por parte de Kiev, de los acuerdos de Minsk, los cuales, de haberse cumplido, habrían podido evitar hace mucho tiempo la perdida de miles de vidas inocentes en el Donbass.

Así pues, ante los hechos actuales, la Casa Blanca, la Unión Europea y la OTAN llevan adelante el papel que mejor actúan, el de la hipocresía, y lanzan una serie de acusaciones en contra de Moscú, las cuales analizaremos, del mismo modo que compartiré con Uds. algunos de los artículos en los que, hace un año atrás, anticipaba a los lectores de Identidad Colectiva, los riesgos que implicaba continuar con la política otaniana de intentar acorralar a Rusia.

En estas horas, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha manifestado que el reconocimiento de la independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, por parte de Moscú, es una violación al derecho internacional. Cabe recordar que la gran mayoría de los Estados que conformar la alianza militar atlantista, encabezados por los EEUU, reconocieron de forma casi inmediata la declaración unilateral de independencia de Kosovo en el año 2008, sin la realización previa de ninguna consulta popular, escindiéndose de este modo de Serbia, esta provincia que era un territorio histórico del país balcánico.

Con el mismo desparpajo del que hace gala el secretario Stoltenberg, se han manifestado varios líderes europeos, también integrantes de la OTAN, declarando que la operación militar iniciada por orden del presidente Vladímir Putin para salvaguardar la vida y la seguridad de los habitantes de las repúblicas del Dombáss, ante los bombardeos incesantes ordenados por Kiev, firmando previamente, sendos tratados de asistencia mutua en el campo militar, entre otros, “es un acto de agresión sin precedentes”. Estos mandatarios parecen tener mala memoria, lo que seguramente les habrá hecho olvidar los sucesos de 1999, cuando la misma organización militar a la que pertenecen, bombardeo ferozmente a la población de Serbia, causando la destrucción de numerosas infraestructuras vitales de Belgrado y otras ciudades (incluyendo hospitales y un canal de televisión) y la muerte de miles de civiles serbios. Todo esto ejecutado sin el mandato de la Organización de las Naciones Unidas y desconociendo la oposición del Consejo de Seguridad, tal como manifestara el representante del Kremlin en el ceno del organismo, al denunciar el ataque como una violación a la ley internacional y un desafío al status de Rusia. Este hecho fue el que recordó el gobierno de Serbia en las últimas horas, ante el pedido de Kiev de condenar la operación militar de Moscú, a lo cual respondió que antes, el gobierno de Ucrania debería condenar los bombardeos que sus socios de la OTAN realizaron contra el pueblo serbio, hace ya más de dos décadas.

Sin embargo, nada de lo antes mencionado debería sorprender al lector, ya que la política de doble rasero es una constante de Washington y sus vasallos europeos, del mismo modo que la prepotencia de la que dio muestras el inefable secretario general de la OTAN, con sus declaraciones de unos días atrás, cuando afirmó que “si el objetivo del Kremlin es que haya menos OTAN en las fronteras de Rusia, solo tendrá más”. Curiosa manera de desescalar una situación de suma gravedad, donde está en juego la paz mundial, ante el pedido de garantías mutuas de seguridad, por parte de Moscú.

Como he escrito en algunos artículos publicados en el portal identidadcolectiva.com, hace ya casi un año, y que les comparto acá:

https://identidadcolectiva.com.ar/una-pandilla-llamada-otan/https://identidadcolectiva.com.ar/la-otan-se-siente-amenazada-ante-la-negativa-de-moscu-a-permitir-un-genocidio-en-el-donbass/https://identidadcolectiva.com.ar/vladimir-putin-se-canso-de-la-prepotencia-otaniana-y-le-senalo-los-limites/

La Organización del Tratado del Atlántico Norte no es ni más ni menos que una alianza de carácter ofensivo, cuya única finalidad es la de expandirse hacia las fronteras de la Federación Rusa, amenazándola con la instalación de bases militares en los territorios de aquellos países que antes habían formado parte del Pacto de Varsovia, y llegando inclusive a reclutar a Estados de la ex Unión Soviética, incumpliendo los acuerdos, con los que se habían comprometido en 1991, ante el último presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, a cambio de aceptar la reunificación del Estado alemán. Este hecho de carácter histórico, intentó ser negado por Jens Stoltenberg, por no hallarse esto, plasmado por escrito. Sin embargo, la mentira del secretario general de la OTAN duró pocas horas, siendo desmentido por el medio alemán Der Spiegel, el cual publicó un documento encontrado en los Archivos Nacionales Británicos por el politólogo estadounidense Joshua Shifrinson. En el texto se exponen los detalles de la reunión mantenida entre los ministros de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Francia, Alemania y el secretario de Estado de EEUU, celebrada en la ciudad alemana de Bonn el 6 de marzo de 1991, en la que se trataron cuestiones de seguridad de Polonia y otros países de Europa del Este. Según el documento, los británicos, los estadounidenses, los alemanes y los franceses estuvieron de acuerdo en que la pertenencia a la OTAN de los países europeos del este era “inaceptable”.

Lo antes mencionado nos puede ayudar a entender la necesidad por parte de Moscú de las garantías de seguridad mutua, que el Kremlin envió a Washington hacia finales de diciembre pasado. El documento establecía una serie de puntos dirigidos a evitar cualquier tipo de acción que pudiera implicar una amenaza para ambas partes (la Federación Rusa, por un lado, y Estados Unidos y la Unión Europea por el otro), entre los cuales se regulaba el emplazamiento de misiles estratégicos, entre otros ítems. También (y estos eran los puntos más relevantes para Moscú), se señalaba la necesidad vital de que se desistiera de continuar con las políticas expansionistas de la OTAN hacia las fronteras rusas, de la intención de sumar a Ucrania y a Georgia a la alianza, del mismo modo que retrotraer el emplazamiento de sus instalaciones militares a las fronteras otanianas de 1997, año en el que se realizó el Acta Fundacional Rusia-OTAN. En este punto, vale la pena detenernos y recordar lo que declaraban el 27 de mayo de 1997, en la ciudad de París, los presidentes de Rusia, EEUU y Francia, junto el secretario General de la OTAN, con motivo de la firma del mencionado documento:

“El Acta Fundacional protegerá a Europa y el mundo de una nueva confrontación, convirtiéndose en base de una asociación nueva, justa y estable donde se contemplen los intereses de seguridad de todos y cada uno de los signatarios del documento.” Boris Yeltsin.

“Estamos decididos a crear un futuro en el que la seguridad europea no sea un juego de compensaciones: donde si gana la OTAN, Rusia pierde y donde la fortaleza de Rusia es la debilidad de la Alianza. Estos son los planteamientos del pasado, y estamos en una nueva era. Juntos hemos de construir una Europa nueva en la que cada nación sea libre y donde todas las naciones libres se unan para fortalecer la paz y la estabilidad de todos.” Bill Clinton.

“Al firmar el Acta Fundacional de una nueva organización de seguridad europea, en la que Rusia desempeñará plenamente su papel, hemos dejado atrás medio siglo de malentendidos, confrontación y división de nuestro continente.” Jacques Chirac.

“La tarea que tenemos por delante está clara: dar vida a este documento aprovechando al máximo las oportunidades recién creadas. Por su parte, la Alianza está decidida a embarcarse en una ambiciosa asociación que nos ayudará a dejar atrás de una vez por todas las divisiones de Europa. No se trata sólo de un sueño; este documento constituirá una guía práctica que nos permitirá cruzar el umbral del siglo XXI.” Javier Solana.

Todas estas palabras contrastan fuertemente con los hechos que le sucedieron, como la ampliación de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, o el ataque de la alianza atlántica a Yugoslavia, demostrando como la seguridad de Moscú tenía muy poco valor para Washington y Bruselas. Todo esto no hace más que reafirmar los legítimos reclamos de garantías de seguridad por parte del Kremlin.

Esta doble moral por parte de occidente, se volvió a poner de manifiesto durante los ocho años de violaciones a los acuerdos de Minsk, por parte de Kiev, negándose a dialogar en una mesa de negociación con los líderes de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, el mantenimiento de ataques por parte de fuerzas gubernamentales contra la población civil del Donbass, y lo más importante, el incumplimiento al punto en el que se comprometía a llevar adelante medidas que permitieran otorgar a dicha región, un régimen autonómico que garantizara el bienestar y la seguridad de sus habitantes, manteniendo de este modo la completa soberanía de Ucrania, sobre este territorio.

En contraste con el incumplimiento de sus compromisos por parte de Kiev, Moscú a lo largo de todos estos años se mantuvo como garante de los acuerdos de Minsk, respetándolos en todos sus puntos, a pesar de los periódicos ataques a la población del Donbass por parte de fuerzas regulares ucranianas e inclusive de paramilitares, como el Batallón Azov, integrado por fanáticos nacionalistas nazis, todo esto sin duda, provocaciones dirigidas al liderazgo del Kremlin, acciones estas, que a lo largo de los últimos ocho años, se han cobrado la vida de más de catorce mil personas, según estimaciones de la ONU.

Una suerte totalmente distinta fue la de los ciudadanos de Crimea, quienes debido al status autonómico que tenían previamente, pudieron reunificarse con la Federación Rusa y de este modo estar a salvo de los ataques de las bandas criminales respaldadas por Kiev. Hace pocas semanas estuve varios días en Crimea, y mi impresión fue la de un lugar más de Rusia, donde se vive en paz, trabajando por un futuro próspero, a pesar de las sanciones o la propaganda occidental que pretende hacerle creer a los incautos que ese territorio, históricamente ruso, no lo es.

Del mismo modo que he analizado, hace tiempo ya, la relación de Rusia con la OTAN, también me he ocupado de contar el trasfondo histórico de la situación en la península de Crimea, en una serie de artículos que les comparto a continuación:

https://identidadcolectiva.com.ar/dime-de-quien-es-crimea-y-te-dire-quien-eres-1a-parte/

Dime de quién es Crimea y te diré quién eres (2ª parte)

Dime de quién es Crimea y te diré quién eres (3ª parte)


https://identidadcolectiva.com.ar/dime-de-quien-es-crimea-y-te-dire-quien-eres-ultima-parte/

Por último, para terminar de entender la situación que se vive durante estas horas en Rusia, Ucrania y las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, debemos recordar, además de todos los acontecimientos que vimos hasta este momento, las innumerables provocaciones realizadas por el gobierno de Kiev, como las declaraciones del 19 de febrero, acerca de sus intenciones de volver a poseer armamento nuclear, todo esto apañado y envalentonado por Washington y Bruselas, junto a países como el Reino Unido, Polonia, Lituania y algunos otros, que además aprovechan la torpeza e impericia política del presidente Zelenski, para venderle armas y agigantar la ya enorme deuda de Ucrania. Todo esto terminó alentando la realización de una incursión violenta contra la población del Donbass, la cual finalmente se llevó a cabo a principios de esta semana, con intensos bombardeos de artillería y cohetes, lo que llevó a que finalmente el Kremlin, ante la certeza de que Ucrania nunca tuvo intenciones de cumplir con los acuerdos de Minsk, reconociera la independencia de Donetsk y Lugansk, e inmediatamente suscribiese sendos acuerdos de cooperación y asistencia mutua, permitiendo de este modo, la intervención de las fuerzas armadas de Rusia en defensa de ambos Estados.

Prácticamente al mismo tiempo, un proyectil lanzado por las fuerzas de Kiev, destruyó un puesto de control ruso en la frontera con Ucrania, además de registrarse intentos de penetración dentro del territorio de la Federación Rusa, por parte de grupos del ejercito ucraniano, los cuales tenían la misión de ejecutar actos terroristas y de sabotaje. Uno de estos comandos, integrado por cinco militares, fue detectado por agentes del Departamento de Fronteras del Servicio Federal de Seguridad (FSB), en la región de Rostov, siendo abatidos la totalidad de los intrusos y destruidos dos vehículos blindados.
Ante esta sucesión de hechos graves, provocaciones y una situación de peligro real para la seguridad de Rusia y sus habitantes, el Kremlin no tuvo otra salida que optar por la ejecución de una operación militar defensiva, consistente en la desmilitarización de Ucrania y la desarticulación y enjuiciamiento de los grupos neonazis que han aterrorizado durante estos ocho años a la población del Donbass y a amplios sectores de ciudadanos ucranianos que lejos están de esta nefasta ideología criminal; luego de agotar todas las instancias de dialogo y negociación con Washington y la OTAN, sin haber sido considerados sus planteos, y habiendo recibido como respuesta, más provocaciones por parte de occidente.

 

CHRISTIAN LAMESA

Desde Moscú


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