Rusia expresó este jueves su firme disposición a atender cualquier solicitud que Venezuela formule en el marco de su acuerdo de asociación estratégica. Esta postura, de hecho, se activa ante la creciente amenaza real y potencial que Caracas percibe en la región.
La vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, María Zajárova, afirmó que Moscú y Caracas mantienen un contacto permanente y sistemático. Por consiguiente, ambos países seguirán trabajando “codo a codo” con el propósito ineludible de garantizar la estabilidad regional. Las declaraciones rusas se producen en un contexto de alta tensión diplomática y militar con Estados Unidos, nación que ha desplegado ostensiblemente buques y aviones frente a las costas venezolanas, intensificando el clima de confrontación.
Durante una concurrida rueda de prensa, Zajárova fue clara y enfática al señalar que Rusia no eludirá su compromiso. “Estamos preparados para seguir respondiendo adecuadamente a sus peticiones, considerando las amenazas existentes y potenciales”, declaró la portavoz, subrayando la profundidad y la seriedad de la alianza bilateral.
Adicionalmente, la portavoz subrayó que ambos países miran al futuro “con serenidad y confianza”. Ella resaltó que ya han superado dificultades previas, un factor que indudablemente fortalece su cooperación estratégica y su resistencia ante presiones externas. Moscú demuestra, de esta forma, su rol como aliado incondicional de Caracas en el hemisferio.
Kremlin demanda respeto al derecho internacional
Por su parte, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, reforzó el mensaje de Moscú desde el Kremlin. Reiteró que cualquier acción que involucre a Venezuela debe respetar rigurosamente el derecho internacional. «Venezuela es un Estado soberano y, en cualquier caso, partimos de la base de que todo lo que ocurra en torno a Venezuela debe hacerse de conformidad con el espíritu y la letra del derecho internacional”, aseveró Peskov.
En este sentido, la cúpula rusa establece un marco legal para su apoyo, criticando implícitamente las acciones unilaterales de Washington. La comunidad internacional observa esta alineación de poder con creciente interés, ya que solidifica un contrapeso significativo a la influencia de EE. UU. en la región.
El presidente Nicolás Maduro ha denunciado consistentemente una “guerra multiforme” que, asegura, orquesta Estados Unidos. De hecho, esta supuesta estrategia incluye agresiones armadas, campañas de desinformación masivas y operaciones encubiertas en territorio venezolano. En sus palabras, Washington lidera una ofensiva para imponer un “gobierno títere” y lograr la apropiación directa de los vastos recursos naturales de Venezuela, incluyendo su petróleo, gas y oro.
Ante esta amenaza, el Gobierno venezolano activa sus propios mecanismos de defensa. En septiembre, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) inició ejercicios militares en zonas costeras. El objetivo principal de estos simulacros es reforzar la defensa nacional y «aceitar la maquinaria» ante cualquier amenaza externa. La reafirmación del apoyo ruso, por lo tanto, no solo es diplomática, sino que ofrece una cobertura estratégica crucial para que Venezuela pueda ejecutar sus planes de defensa sin ceder a la presión internacional.



