Rol estatal y economía venezolana post-covid-19: alianzas estratégicas | Por: Elio Córdova

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Todavía hoy, ciertos sectores de izquierda rechazan la creación de alianzas estratégicas entre el Estado y el sector privado en materia económica. Incluso comparan al Gobierno del Comandante Chávez con la actual gestión del presidente Nicolás Maduro, para argumentar que esta se va alejando del camino revolucionario, en virtud de los cambios económicos que se han venido instrumentando.

Nada más descontextualizado y alejado de la realidad que tal planteamiento. El liderazgo del presidente Chávez se pierde de vista, es algo único y fuera de serie. De tal forma que ponerse en los zapatos de este y asumir el timón del proyecto revolucionario, es una tarea que supone un gran peso. Estamos hablando de un compromiso capaz de rebasar a cualquier líder de la política venezolana actual y por venir. Tampoco sería exagerado afirmar que de la política mundial.

Por ello cualquier análisis social, económico y político debe estar circunscrito dentro de unas condiciones materiales concretas. Caso contrario, sería errado y supondría establecer una comparación grotesca, que olímpicamente omitiría otras variables intervinientes que actúan como factores determinantes. Esto ha propiciado desequilibrios estructurales e igualmente ha profundizado escenarios de vulnerabilidad. Hablamos de las agresiones internas y externas que ha tenido que sortear la gestión gubernamental de Nicolás Maduro Moros. La intensidad de tales agresiones, no tiene precedentes en nuestra historia.

No obstante, contra viento y marea, después de siete años, nadie puede desconocer la habilidad y la sabiduría que ha tenido el presidente Nicolás Maduro en la conducción del proyecto bolivariano, pese a todas las contradicciones inherentes a cualquier proceso político. Podemos decir que el balance general es positivo. Ello sin desconocer los desaciertos, retos y tareas pendientes, sobre todo en materia económica. El país cuenta con un Jefe de Estado metido de lleno en las diversas tareas que permiten garantizar la estabilidad nacional.

No se trata de justificar todo con el bloqueo comercial y financiero, que nos impone unilateralmente el Gobierno imperialista de los Estados Unidos. Empero, resulta absurdo e improductivo desde todo punto de vista, negar e incluso desconocer, el daño que nos causan estas medidas a todo un pueblo cuyo único deseo consiste en forjar un destino propio, libre y soberano.

La caída de los ingresos petroleros –en una economía petrolera– como resultado de la manipulación de los mercados internacionales a través de los grandes poderes económicos, significó una estrepitosa caída del precio del petróleo y con ellos se generó casi inmediatamente una gravísima contracción de la economía en su conjunto. Fenómeno que se ha venido agudizando en la medida que el Gobierno imperialista de EE.UU. incorpora nuevos elementos de coerción, dirigidos a asfixiar progresivamente y forzar la voluntad de todo un pueblo con el objeto de generar condiciones económicas, sociales y políticas para derrocar al presidente Maduro.

La política económica de Maduro debe emular la economía China. ¿Quién puede afirmar que el modelo chino no es revolucionario? Y, sobre todo, que no lo está haciendo bien de cara a la construcción de una economía, que promueve una participación mixta, pero que garantiza especialmente condiciones, para la reproducción del capital privado bajo la supervisión del Estado y del Partido Comunista Chino. Es decir, utiliza la inversión privada, como un catalizador de la actividad económica en su conjunto, la que a su vez, responde a una rigurosa planificación que se ejecuta a través de las diversas instituciones del Estado bajo la mirada permanente del Partido Comunista Chino.

De lo que no hay duda es que la Venezuela saudita que ocultaba sus desaciertos en materia económica con la renta petrolera ha llegado a su fin. La caída del precio del petróleo aunado a los efectos del covid-19 representan el agotamiento definitivo del modelo acumulación del capitalismo rentístico. Situación que nos obliga replantear nuestro modelo de crecimiento y desarrollo económico. En ese contexto, indiscutiblemente, el sector privado tiene un papel importante en la consolidación de una economía post-rentista y post-covid. Obviamente, bajo la supervisión del Estado y éste a su vez, tendrá un rol estelar. En la plataforma estatal descansa la obligación de orientar el proceso en función del bienestar social de la población en su conjunto. Velando por una justa y equitativa distribución de la riqueza creada.

 

Elio Córdova Zerpa


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