Venezuela se encuentra, actualmente, en un escenario clave para el reordenamiento geopolítico mundial, por ello queremos compartir este artículo publicado en el portal MisionVerdad.com dedicado a analizar las razones por las cuales nuestro país aparece en lo que se conoce como el memorando America First, que firmó recientemente el presidente Donald Trump con respecto a las inversiones tecnológicas con otros países y de qué se trata todo esto.
¿Qué es el memorando America First y por qué aparece Venezuela?
El viernes 21 de febrero Donald Trump firmó un memorando, America First Investment Policy, con el que establece un marco de inversiones extranjeras para Estados Unidos en el que no estén incluidos, directa e indirectamente, los «adversarios extranjeros».
Por supuesto, la República Popular China aparece como la principal diana de acusaciones en torno a las «amenazas nuevas y cambiantes» referidas a la obtención de «tecnologías de vanguardia, propiedad intelectual y apalancamiento en industrias estratégicas» de factura estadounidense.
La política de inversiones de la Casa Blanca considera, así, que «la seguridad económica es seguridad nacional» alegando que Estados Unidos «no debe permitir» que China se «apropie» de su infraestructura crítica ya que los «inversores afiliados» a Beijing «tienen en la mira las joyas de la corona de la tecnología estadounidense, los suministros de alimentos, las tierras agrícolas, los minerales, los recursos naturales, los puertos y las terminales de transporte».
De la misma manera, habla sobre el campo militar, de inteligencia y securitario, lo que considera un riesgo para la parte norteamericana, y declara que China «explota a los inversores estadounidenses para financiar y promover el desarrollo y la modernización de su ejército».
El quid del asunto es este: de ahora en adelante Estados Unidos priorizará la canalización de las inversiones internacionales hacia el sector tecnológico, y en aras de ello amplía el rango de condiciones para captar mayor capital foráneo hacia las industrias del sector, pero también restringiendo las consideraciones que permitan, de acuerdo a la actual administración, la fuga de propiedades materiales e intelectuales que pudieran beneficiar a los «adversarios extranjeros».
Así, solo «permitirá una mayor inversión extranjera sujeta a disposiciones de seguridad apropiadas, incluidos requisitos en cuanto a que los inversores extranjeros especificados eviten asociarse con adversarios extranjeros de Estados Unidos».
Posteriormente, en el texto, Estados Unidos clasifica los siguientes países como «adversarios extranjeros» o «actores amenazantes»:
- China —incluidas las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macau—
- Corea del Norte
- Cuba
- Irán
- Rusia
- Venezuela
Nótese que de los 10 miembros de los Brics solo tres están incluidos en la lista: los que se enfrentan a Estados Unidos en sus respectivas regiones de manera indirecta, pero con el componente bélico en órbita (Taiwán-Aukus, Ucrania-OTAN, Israel-Siria). Cabe resaltar que India o Emiratos Árabes Unidos, que cuentan con sólidas relaciones con Estados Unidos, no se encuentran mencionados.
Shanzhai como problema estadounidense
China es la principal causa por la cual el presidente Trump firmó este memorando ya que su industria tecnológica compite directamente con el despliegue de los tecnoligarcas y sus compañías en esta área clave que está definiendo la geopolítica del siglo XXI.
El instrumento afirma que se cumplirá una revisión de la política estadounidense referida a los «sectores como semiconductores, inteligencia artificial, cuántica, biotecnología, hipersónica, aeroespacial, fabricación avanzada, energía dirigida y otras áreas implicadas en la estrategia nacional de fusión militar-civil de la República Popular China».
Si bien el país asiático se ha beneficiado de las empresas extranjeras con el fin de mejorar su ecosistema tecnológico-industrial, no se trata de un escenario tejido de forma maquiavélica por Beijing.
Washington omite contar que el proceso de deslocalización neoliberal de las industrias estadounidenses hacia el continente asiático fue el aliciente del presente: los menores costos de inversión a favor de las grandes compañías dieron inmensos réditos a las oligarquías estadounidenses pero, a cambio, los chinos —al contrario de sus vecinos japoneses o coreanos— exigieron que las empresas extranjeras compartieran más tecnología y utilizaran más proveedores locales.
Se trata de una lógica que aun beneficia tanto a la parte corporativa como a la china. Kyle Chan, investigador de la Universidad de Princeton, lo llama «pacto fáustico» porque las empresas extranjeras «se benefician de vender al mercado chino en el corto plazo, pero fortalecen a sus futuros competidores chinos en el largo plazo».
Es cierto que los chinos se han aprovechado de esta situación como una forma positiva de retribución a las décadas de superexplotación de su mano de obra barata y de la humillación colonial de la cual, ha declarado el Partido Comunista, aprendió lecciones estratégicas con el fin de avanzar hacia la modernización propia.
¿De qué manera lo han hecho? Todo se debe a la concepción del shanzhai, un neologismo que se refiere a la apropiación de bienes o técnicas modificados por la cultura china y adaptados para ella. Proviene de la tradición milenaria de este pueblo, a tal punto que aparece en el taoísmo y en el budismo, y se encuentra actualmente en todos los aspectos de la vida: existe arquitectura shanzhai, comida shanzhai, teatro shanzhai, autores shanzhai.
Bajo el shanzhai China ha propulsado su capacidad de innovación en el sector tecnológico-industrial y ha dado un marco para pensar el porvenir productivo a través de la automatización, la inteligencia artificial, la programación cuántica, etcétera. En resumen: el desarrollo tecnológico como una vía exploratoria de civilización. Beijing así lo asume como estrategia para el desarrollo nacional, como modelo de organización social.
El memorando de Trump buscaría mitigar los efectos de esta política —económica y cultural— de China para que la actual transferencia tecnológica e industrial hacia Oriente no siga produciendo los frutos geopolíticos y geoeconómicos que han minado la hegemonía estadounidense en todas las latitudes, incluido el plano militar.
¿Por qué Venezuela?
Los demás países incluidos en la lista de Trump no poseen las capacidades tecnológicas de China, sin embargo, todos comparten asociaciones estratégicas con la nación asiática o están dentro de su círculo inmediato de influencia. Incluida Venezuela.
En septiembre de 2023 Beijing y Caracas elevaron sus relaciones a Asociación Estratégica a Toda Prueba y Todo Tiempo, con el capítulo económico de bandera.
La instalación de zonas económicas especiales en territorio venezolano es una muestra de este relacionamiento debido a que adapta el modelo chino a la gestión económica en dichas zonas, y atrae capital extranjero e inversión en tecnología.
De la misma forma en que ocurrió el desarrollo de Shenzhen, el principal polo tecno-industrial del sur de China, también pudiera ocurrir con la ciudad de La Guaira, bajo el modelo shanzhai a la venezolana.
De ahí el temor de la administración Trump por que los capitales estadounidenses sirvan de vehículo para que continúe el «pacto fáustico» en los países que nombra como sus «adversarios extranjeros», teniendo en cuenta que, por ejemplo, Chevron mantiene sus operaciones en el país y la industria petrolera venezolana avanza hacia el uso de la IA.
Por su lado, Irán ha demostrado superar algunas dificultades técnicas en sus industrias productivas amén de la ingeniería inversa, habiendo una numerosa infraestructura europea que ha sido adaptada a las condiciones de producción iraní en un contexto de sanciones y bloqueos económicos, financieros y comerciales que no le ha permitido insertarse en la cadena internacional de valor occidental.
Y Rusia también ha logrado desarrollar su poderosa industria armamentística, en una combinación de adaptación de tecnología occidental y continuación del legado desarrollista de la Unión Soviética, cuyos logros en estos sectores son altamente valorados históricamente.
Es por esto que, además, a Washington le preocupa que la adaptación china de la tecnología se difunda entre sus socios internacionales y por eso prohíbe que, cualquiera que tenga relaciones con China y se encuentre en el rango de las «amenazas» a su seguridad nacional, invierta en Estados Unidos.
Por ende, esta nueva política de inversiones, de origen MAGA, intentaría blindar el entorno de las inversiones dentro de Estados Unidos y controlar las que salen hacia otros mercados internacionales, bajo la tentativa de que no medie alguna relación con China y su gigantesca red de influencia, con el comercio de puntal.
El gobierno de Trump cree que de esta manera puede provocar el renacimiento tecnológico de su país. Sin embargo, la irrupción de Deepseek ha demostrado que, debido a su deprimida capacidad industrial, se trata de un sueño cada vez más lejano.