Qué cosa tan fea es la OEA: Reconoce a Arce, pero ratifica que Evo cometió «fraude»

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A la Organización de Estados Americanos (OEA) no le quedó más remedio que aceptar el contundente triunfo de Luis Arce en Bolivia. Sin embargo, en su informe avalando los resultados del más reciente proceso electoral, en la nación del altiplano, tuvo que huir hacia adelante. La gente comandada por, Luis Almagro, reiteró que habían habido «manipulaciones», en las presidenciales ganadas hace un año por Evo Morales, también con un amplio margen de 10 puntos.

Como dice la genial canción de Carlos Puebla, «como no me voy a reír de la OEA si es una cosa tan fea. Tan fea que causa risa». Si algo pone en evidencia el proceso electoral ganado por Arce es que no hubo ningún fraude. Y que Evo Morales no solo ganó limpiamente, sino que su proyecto político sigue aglutinando mayoritariamente el apoyo del pueblo humilde boliviano.

Golpe descarado

La lectura es otra. La afluencia de electores favorables al proyecto de Morales y a su partido el Movimiento al Socialismo (MAS) fue tan abrumadora, que no les quedó otra opción que admitir que había habido un triunfo incontestable. Pero en el interín se desató un año de persecuciones, abusos y atropellos. Decenas de personas pagaron con su vida por la brutal represión desatada. Y la señora Jeanine Áñez un fenómeno del azar político, idéntico al fantasma, Juan Guaidó, volverá al anonimato, de donde nunca debió haber salido.

Otro elemento contundente es que la fórmula ganadora tiene la impronta de Morales por los cuatros costados. El actual presidente Arce, fue el arquitecto de un modelo de recuperación económica y justa redistribución del ingreso. Mientras que el segundo a bordo, David Choquehuanca, fue su ministro de relaciones exteriores por más de 10 años.

Con estas declaraciones queda de manifiesto no sólo la inmoralidad de un sujeto como Almagro, incapaz de denunciar las atrocidades del bloqueo norteamericano contra Cuba y Venezuela. Ciego y mudo, en su Ministerio de las Colonias, ante las violaciones sistemáticas a los derechos humanos en Colombia, Perú, Ecuador y Chile. Y en los propios EE.UU. con la brutalidad policial contra la población afroamericana.

En cambio, Almagro sí sigue obsesionado con Venezuela y en general contra cualquier pueblo del continente que esté resuelto a ser soberano y libre. La traición de este sujeto es sólo comparable con la bajeza del actual presidente ecuatoriano, Lenin Moreno. Ambos decían representar a la izquierda latinoamericana, pero hoy no pasan de ser mascoticas amaestradas de una élite norteamericana, decadente, genocida y supremacista.

 

 


 

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