Por: María Alejandra Díaz Marín
Son las víctimas cuando irrumpen en la historia las que crean lo nuevo. Países periféricos empobrecidos cobran conciencia, se organizan, formulan diagnósticos y elaboran programas alternativos para transformar dichos sistemas dominantes, opresores, causa de muerte y exclusión (Dussel).
La rebelión suramericana contra el capital Drácula criminal comenzó en Caracas (1989), hoy nos trae al Chile de 2019, a Perú, Ecuador, Panamá y Argentina que se recupera del shock neoliberal impuesto por Macri.
Comunidades conscientes y subversivas ante todo sistema de dominio que las excluye de la justicia social y de la vida humana digna y para el bien común, que no se doblegan frente a la represión desmedida, asesinando, violando y persiguiendo a los insumisos, como cuando Pinochet.
Este rebote es gracias al liderazgo de Chávez, que usó la ventaja económica del ingreso petrolero como arma geopolítica y ayudó no sólo a la Argentina a salir del ahogo de la deuda impulsando economías complementarias y solidarias, para el financiamiento y desarrollo digno de nuestros pueblos.
No nombrarlo no es solo mezquino, sino no tener claro lo que debemos hacer como nueva estrategia contra la hegemonía: un nuevo Bandung financiero, comercial, económico y jurídico, además de cultural e ideológico.
Una propuesta de Asamblea Constituyente para romper con la trama judicial del dominio imperial y permitir avanzar en democracia real, decisoria, que convierta a la región en el modelo alternativo de una humanidad emancipada del sistema depredador mundial.
Esta es la batalla que se libra en nuestras tierras: entre los oligopolios que buscan subsumir, reproducir, producir y anidar condiciones que les permitan apropiarse de los recursos y la voluntad férrea de millones de trabajadores de nuestros pueblos, periferias dominadas y condenadas a renunciar a toda perspectiva de vida digna (Amín).
Es hora que rompamos el maleficio: no nos dejemos engatusar ni hipnotizar por agentes enemigos que buscan someternos ahora inadvertidamente con su rostro moral (ONU), con su democracia de élites. Vayamos adelante a emanciparnos definitivamente con el ímpetu que acompañó a Bolívar, Chávez, Allende y Perón.
Soplan tempestades de cambio…