Proyecciones económicas de la CEPAL: una mirada desde Venezuela | Por: Elio Córdova

Recientemente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio a conocer sus acostumbradas proyecciones de crecimiento económico, medidas a través del Producto Interno Bruto (PIB). Los resultados que allí se expresan no son una verdad absoluta. Sin embargo, nos permite evaluar y sobre todo cuantificar la magnitud del impacto que está causando -hasta los momentos- el covid-19 sobre las diversas estructuras económicas de la región.  

Según la CEPAL se tiene previsto una contracción del -9,1% para nuestros países. De las veintiún (21) economías que conforman el referido estudio, únicamente Guyana refleja una ostentosa tasa de crecimiento del 44%. Del resto, incluso las naciones más representativas, en términos del desarrollo de su industria local, tales como: Brasil (-9,2%), Argentina (-10,5%), México (-9%), República Dominicana(-5,3%), Colombia (-5,6%) arrojan tasas de crecimiento negativa. Venezuela no escapa de esta realidad, se tiene previsto una caída del -26%. El caso criollo amerita que se meta la lupa para analizar con detenimiento.

Ninguna política económica es perfecta. Todas son susceptibles de ser mejoradas. En este sentido, y sin perder de vista los errores cometidos en la instrumentación de algunas acciones internas, resulta grotesco e injustificable que en pleno siglo XXI un país (EE.UU) pueda aplicar de forma unilateral e ilegal sanciones a toda una nación libre y soberana (Venezuela). Más aún en medio de una pandemia mundial que causa estragos a toda la humanidad. Cuanta vigencia guarda aquel inmortal planteamiento de nuestro Libertador Simón Bolívar: “Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia a plagar la América de miseria a nombre de la libertad”.

Ahora bien, la caída del PIB significa la disminución de la riqueza creada en la sociedad. Situación que se complejiza más, dado que, al caer la producción, cae la inversión y casi que de forma automática aumenta el desempleo, lo que, en líneas generales, reproduce un cuadro económico y social complejo que se traduce en miseria y pobreza.

En condiciones normales, la actividad económica capitalista refleja un comportamiento cíclico, donde hay momentos de euforia y abundancia y otros momentos no tan prometedores, en que las buenas expectativas económicas se diluyen en los conflictos sociales. Todo como producto del estancamiento o caída de la actividad económica.

Empero, la actual coyuntura es más compleja, puesto que coincide con una pandemia mundial que en plena recesión obliga a los Gobiernos –democráticos, comprometidos con sus connacionales a implementar medidas de aislamiento social para cortar la cadena de contagio. Situación que va en contra de la lógica de acumulación capitalista, ya que, la prioridad es garantizar la ganancia. Obviar la referida medida de aislamiento social, genera una ilusión temporal que a la postre se expresará en una mortandad significativa de la población aunado a un estrepitoso colapso del Sistema Nacional de Salud, tal es el caso de Italia, España, Estados Unidos y Brasil, ente otros.

¿Qué hacer? No hay una receta, ni fórmula predeterminada para estos casos. Sin embargo, contra viento y marea -en condiciones muy adversas- nos toca comenzar a dar los primeros pasos para reinventarnos como sociedad. Recuperar la producción nacional es de medular importancia para resistir la adversidad que atraviesa actualmente la humanidad. Aún no hemos visto en su justa dimensión el alcance y la profundidad que está por causar la pandemia al proceso de acumulación capitalista en su fase neoliberal-monetarista que, dicho sea de paso, ya venía presentando síntomas de agotamiento.

Elio Córdova Zerpa

 


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