El pasado mes de octubre el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, de 79 años, sufrió una caída en el baño que le ocasionó una lesión en la cabeza. Si bien se recuperó y no tuvo mayores complicaciones, tras una resonancia magnética realizada recientemente, el equipo médico constató que había un aumento en la cantidad de líquido intracraneal y lo trasladaron de emergencia a Sao Paulo para realizarle una operación a causa de una hemorragia como consecuencia de ese accidente.
En conferencia de prensa, el doctor Roberto Kalil, miembro del equipo médico a cargo de la cirugía, informó que el mandatario brasileño se encuentra «estable» y «sin secuelas» luego de la intervención que se realizó la madrugada de este martes.
Lula «está estable, conversando con normalidad y alimentándose», y «no tuvo secuela alguna» tras la operación realizada en el Hospital Sirio-Libanés, dijo Kalil.
Además detalló que «La cirugía transcurrió sin incidentes. Por el momento, el presidente se encuentra bien, bajo seguimiento en una cama de UCI [Unidad de cuidados intensivos]», dice un extracto del boletín. «Lula ya está despierto y consciente» añadió.
Por su parte, el titular de la cartera de Comunicación, Paulo Pimenta, detalló que a pesar de que el procedimiento se desarrolló con absoluta normalidad, «tal y como estaba previsto», el jefe de Estado de Brasil se quedará recluido en el centro hospitalario por lo menos 48 horas en cuidados intensivos, para monitorear su evolución. Aunque aseguró que se «encuentra absolutamente estable y bajo control», detalló en una entrevista.
Finalmente, el gobierno «trabaja con la posibilidad de no destituir formalmente al presidente de su cargo». Por el momento, el vicepresidente de la República, Geraldo Alckmin, asumirá parte de los compromisos previstos en la agenda de Lula este martes.
