Los Estados Unidos se han proyectado por décadas como la democracia más sólida del planeta. Esto basado en el mito de la perfecta separación de poderes y también alegando las bondades de un sistema electoral «transparente y rápido». Sin embargo, la más reciente elección presidencial, llevada a cabo el pasado 3 de noviembre, dejó desnudo al régimen norteamericano, cuyas instituciones se han presentado ante el mundo como lentas, poco confiables y sometidas a fuertes presiones. El trascendental evento se terminó convirtiendo en una verdadera comiquita por entregas.
Los comicios se celebraron el 3 de noviembre, pero tras una brumosa espera de 4 días fue la prensa internacional la que ofreció los resultados. Como se oye, fueron la CNN y las principales cadenas informativas norteamericanas las que «proclamaron» al demócrata, Joe Biden, como ganador en unos comicios signados por las denuncias de fraude.
En plena revolución de las Tecnologías de Comunicación e Información (TIC), la mejor «democracia del mundo», llevó a cabo las votaciones de forma manual. Y el voto no fue directo y universal, como debería serlo. Al contrario, mantuvieron en pie un vetusto sistema de Colegios Electorales, que contribuyó a prolongar las tensiones.
Acto II
El actual presidente, el derrotado representante del partido republicano, Donald Trump, objetó inmediatamente la proclamación de los medios. A través de varios tuits denunció que se le había cometido un fraude electoral. Y luego con un staff de más de 100 abogados, activó una serie de acciones legales.
Esas acciones jurídicas conllevaron a que la bruma de los 4 días iniciales, se convirtiera en una espesa capa de 43 días en un completo limbo jurídico. Casi mes y medio con un presidente proclamado por los medios (Biden); y uno en funciones que se negaba, y aún lo hace, a reconocer su derrota (Trump).
Ante semejante incertidumbre y por tantos días, la machacada independencia de poderes comenzó a crujir. Trump desde la Casa Blanca, aferrado al poder, comenzó a mover los hilos para dar un barniz de credibilidad a su teoría del fraude. Y las presiones fueron directo al sistema de justicia.
Con su estilo característico Trump, prácticamente forzó al Fiscal General de ese país, William Barr, a iniciar una investigación por fraude. A Barr quien llegó al cargo con el respaldo de Trump no le quedó más remedio que secundar a su jefe político en la descabellada aventura.
No obstante, el primero en renunciar fue el fiscal jefe de delitos electorales, Richard Pilger. Este funcionario puso el cargo a la orden el pasado 10 de noviembre. Pilger lamentó «la orden del fiscal general de indagar sobre un supuesto fraude«. Según el alto funcionario esa instrucción «derogaba» la norma de «no interferencia (federal)» en las investigaciones antes de que los resultados fueran definitivos.
Acto III
Y a casi mes y medio de la pantomima, el propio Fiscal General, William Barr, no tuvo cara con que seguir la farsa y presentó su dimisión. Con la renuncia de Barr, la tozudez de Trump recibió un golpe noble. Por todo lo que ha sucedido, su derrota pareciera ser un hecho inevitable. Inclusive, el líder de los republicanos en el Senado, el influyente Mitch McConnell, reconoció el triunfo de Biden.
El pronunciamiento de McConnel refrendaba el pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia, invalidando la certificación de la victoria de Biden en el estado de Pensilvania. En paralelo a toda esta comedia, seguidores extremistas de Trump se han mantenido por semanas aterrorizando a la población y armados hasta los dientes.
Según reportes de la Agencia AP, varias iglesias en Washington han sido vandalizadas, por seguidores del trumpismo. Asimismo, finalmente los Colegios Electorales, tras casi mes y medio de incertidumbre reconocen como ganador a Joe Biden. Aunque se piensa que esto debería contribuir a bajar las tensiones y marcar el comienzo de un nuevo período, Trump sigue sin fijar una posición que sea taxativa. ¿Alguien puede dudar que las esperadas elecciones presidenciales estadounidenses, han terminado siendo una verdadera comiquita por entregas?