¿Por qué Venezuela no es una amenaza para la democracia en América como asegura Duque?

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Aún a 27 días desde el inicio del paro nacional que elevó un estallido social en Colombia, el presidente de ese país, Iván Duque insiste en culpar al gobierno venezolano de Nicolás Maduro de ser «un factor de inestabilidad democrática para Latinoamérica».

Duque asegura que hay una supuesta ruptura del orden democrático en Venezuela que «se ha convertido en un factor de inestabilidad para toda la región», dijo el mandatario en un mensaje divulgado durante un foro iberoamericano derechista organizado por la Fundación Internacional para la Libertad (FIL) en Quito, en donde también estuvo el prófugo de la justicia, Leopoldo López.

Ante esta nueva declaración, en la que Duque intenta una vez más tapar los sucesos en su país y la inestabilidad de su gobierno, y siendo Álvaro Uribe Vélez, el padre político del actual presidente colombiano, y quien presuntamente maneja los nexos con los grupos del narcotráfico de acuerdo a investigaciones y pruebas notorias, es necesario destacar que Venezuela no se percibe como una amenaza a la democracia del hemisferio, pues sobre la nación, hay elementos que demuestran lo contrario:

En primera instancia, el gobierno colombiano carece de fundamentos para hacer tal acusación. Además es importante mencionar que Duque evade la actual situación de violación a los derechos humanos en medio de las manifestaciones. Las mismas exigen el retiro de políticas neoliberales que afectan a las mayorías. Y como era de esperarse, también desde Colombia acusan a Nicolás Maduro de financiar las protestas; que han dejado al menos 59 víctimas mortales y miles por violencia generalizada.

¿Y en Colombia la democracia no corre riesgo?

Mientras en Venezuela se celebró recientemente la elección de una nueva junta directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE), caracterizada por el pluralismo, el pasado 2020, una investigación develó que Iván Duque estuvo vinculado en una trama de compra de votos; gestionada por un grupo del narcotráfico liderado por uno de los más peligrosos delincuentes de ese negocio en Colombia.

En el mismo país donde un estudio del Barómetro Global de Corrupción mostró un dato preocupante. Indicó que el 40% de los colombianos consultados manifestaron que se les ha ofrecido dinero por su voto, unas grabaciones puestas a la orden de la fiscalía demostraron que el narcotraficante, José Guillermo Hernández Aponte, conocido como “Ñeñe” Hernández se ubicó en el centro de una actividad de compra de votos. La acción se llevó a cabo a favor del hoy presidente colombiano; para lo cual se habría contado con mil millones de pesos.

Si se toma en cuenta el concepto básico de democracia, como «gobierno del pueblo»,  de acuerdo a su etimología, es notable que en el país neogranadino esta está en peligro. Quienes intentan alzar su voz contra las élites gobernantes o trabajan desinteresadamente por beneficios cooperativos y colectivos de sus comunidades, son asesinados por grupos irregulares; amparados por el Ejecutivo. Tan solo este 2021, al menos 65 líderes sociales han sido asesinados.

En medio de tensiones, trata de vivir el pueblo trabajador colombiano que, además se enfrenta a la privatización de sus servicios, reducciones del presupuesto para salud y educación públicas y, por ende, amplía la brecha entre ricos y pobres, ubicándose en 2020 como el país más desigual de América Latina.

 

 


 

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