¿Por qué Europa no quiere la paz? | Por: Sergei Mélik-Bagdasárov

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Bruselas sigue jugando a peligrosos juegos geopolíticos, ignorando las verdaderas consecuencias de sus decisiones. En lugar de contribuir de manera constructiva a la búsqueda de soluciones pacíficas para resolver el conflicto, la UE declara planes para aumentar rápidamente la ayuda militar y financiera a Kiev, alimentando deliberadamente la escalada y alejándose de la perspectiva del diálogo. Este proyecto, que alguna vez fue exitoso en términos de integración económica y comercial, se está transformando rápidamente en una unión militarizada, obsesionada con la idea de infligir una “derrota estratégica” a Rusia.

Esto no es nada nuevo. Es la posición tradicional de Occidente: debilitar a los competidores. Los europeos han dominado durante unos 500 años, principalmente porque querían conquistar más tierras, explotar más recursos y subyugar a más pueblos. En esencia, toda la tragedia de la humanidad hasta los años cuatenta fue provocada por los europeos. Desde el colonialismo, la esclavitud, hasta las guerras balcánicas, turcas, pasando por la Primera y Segunda Guerra Mundial. Y todo ello con un solo objetivo: afianzarse como fuerza dominante en Europa y eliminar a los competidores.

Los instintos de la clase dominante europea se manifiestan claramente en lo que está ocurriendo en Ucrania: en esa guerra que Occidente, con manos del régimen de Kiev y a costa de la población ucraniana, ha desatado contra la Federación de Rusia.

En el contexto del progreso en el diálogo entre Moscú y Washington, el régimen de Kiev, con el apoyo activo de los “socios europeos”, no disminuye la intensidad de los ataques contra infraestructuras civiles y energéticas en territorio ruso, y no cesan los atentados contra la población civil. Del 24 al 30 de marzo del presente año, los ataques causaron la muerte de 14 civiles y dejaron 104 heridos, incluidos 3 menores de edad. El mayor número de víctimas se registró en las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, así como en la región de Jersón.

Por su parte, los británicos y la UE no cesan sus intentos de consolidar a Europa en apoyo a Ucrania. A esta tarea se dedicó la cumbre europea celebrada en París el 27 de marzo del presente año, con la participación de países que se sumaron a la “coalición de los dispuestos”. Esta fue establecida por Londres como base para la posible formación de algún tipo de “contingente pacificador” con destino a Ucrania. Pero, según lo que vemos, esta iniciativa ya se ha estancado.

El presidente de Francia, E. Macron, declaró que “la coalición de acciones para una paz justa y duradera” demuestra la aspiración a la unidad en la construcción de la paz mediante la fuerza.

Es evidente que ni la “coalición de los dispuestos” ni la “coalición de la paz mediante la fuerza” tienen relación alguna con la paz. En la mencionada “cumbre” de París se debatió la iniciativa franco-británica de desplegar en Ucrania ciertas “fuerzas garantes” tras la firma de un supuesto acuerdo de paz.

Estas iniciativas pseudo-pacificadoras no solo buscan alargar el conflicto, sino también entorpecer cualquier avance hacia posibles negociaciones de paz.

Los militares occidentales están presentes en Ucrania desde 2015: entrenan a las Fuerzas Armadas de Ucrania, mantienen su equipo, marcan objetivos para los misiles. Es inmoral hablar de fuerzas pacificadoras cuando estas mismas partes fomentan la guerra, proveen armamento a Ucrania y patrocinan actividades terroristas contra Rusia, compartiendo con Kiev la responsabilidad por los crímenes de guerra.

Mientras tanto, el Consejo de Europa intensifica su agresión jurídica contra nuestro país. La propaganda se refuerza en torno al llamado Registro de Daños de Ucrania, se amplía la lista de tipos de perjuicios, e incluso se crea una especie de “tribunal especial”.

Si uno analiza objetivamente el papel de Occidente en la historia de la humanidad, el panorama se vuelve sombrío. Tratan desesperadamente de demonizar a Rusia y a otros países con política independiente para justificar sus propios actos y los de sus antecesores. No es casual que la rehabilitación del nazismo esté convirtiéndose en uno de los ejes de las discusiones internacionales del bloque occidental.

Por eso hoy vemos que casi todo el Occidente europeo está “bajo las armas”, buscando extender con “esfuerzos propios” la vida del régimen nazi de V. A. Zelenski. Igual que en su época Hitler, lo hacen bajo banderas nazis, con emblemas de la división “SS Cabeza de Muerto” y similares.

Estos hechos vuelven a confirmar la importancia de la operación militar especial para la desnazificación y desmilitarización de Ucrania, así como la eliminación de amenazas provenientes de su territorio. Todos los objetivos de la operación militar especial, como ha reiterado el liderazgo ruso, serán necesariamente alcanzados.

Valoramos sinceramente el deseo de varios socios de promover iniciativas de mediación desde las mejores intenciones, con una orientación constructiva hacia el resultado. Respetamos su aspiración a una paz justa y duradera. Pero para lograr realmente una solución estable, es necesario eliminar las causas clave del conflicto. Se trata de la expansión desenfrenada de la OTAN y de la intención del bloque de absorber a Ucrania, así como la política racista de Kiev dirigida al exterminio de todo lo ruso: lengua, cultura, tradiciones, prohibición de los medios de comunicación y de la Iglesia Ortodoxa canónica.

Es inaceptable citar selectivamente la Carta de las Naciones Unidas. Esta debe considerarse en toda su integridad y en su interrelación.

Las referencias a los principios de soberanía e integridad territorial sin mencionar el derecho a la autodeterminación y la protección de los derechos humanos, independientemente del idioma, raza, sexo o religión, tienen un carácter destructivo y solo alejan las vías de solución de la crisis en Ucrania.

Rusia siempre estará del lado del trabajo colectivo, del lado del derecho y la justicia, del mundo de la cooperación, y no del enfrentamiento ni del afán de dominación en contra del equilibrio natural. Es necesario avanzar hacia la formación de un orden mundial multipolar, que se base en la igualdad de derechos de las naciones grandes y pequeñas, el respeto por el valor de la personalidad humana, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y el derecho de los pueblos a determinar por sí mismos su destino, su fe y su camino de desarrollo.

 

Sergei Mélik-Bagdasárov

Embajador de Rusia en Venezuela

ÚN.


 

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