De Clinton a Biden: polvos en la Casa Blanca | Por: Alfredo Carquez Saavedra

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Dos presidentes estadounidenses, representantes del ala “Demócrata” del monopartido que domina la plutocracia estadounidense, tienen en común haber sido (Bill Clinton) y ser en este momento (Joe Biden), centros de atención producto de haberse descubierto su relación con polvos encontrados en la Casa Blanca. Claro, hay que aclarar que tales hechos ocurrieron por separado y en tiempos distintos, y vale decir también que los “productos” encontrados son de naturaleza y composición físico-químicas muy diferentes.

Así como Clinton (presidente número 42 entre 1993 y 2001) tuvo en su pasante particular, Mónica Lewisnky, de 22 años, la causa de un escándalo que le ocasionó un verdadero descalabro de credibilidad y una constante amenaza de venganza o revancha por parte de Hillary, Biden (presidente número 46 en ejercicio) tiene en su hijo, Hunter, el peso de un bacalao que lo hunde más y más a medida que se acerca la campaña electoral, por medio de la cual el mandatario aspira a conseguir los votos y alcanzar un segundo período de gobierno.

Hunter es la expresión más negativa de un niño bien, es decir, de alguien al que no le ha faltado nada material. Es abogado, especialista en el lucrativo negocio del cabildeo, esa actividad que requiere contar con las conexiones adecuadas. Y esas relaciones no le han faltado en su carrera. Por ejemplo, aunque hijo de un político del Partido Demócrata, llegó a ocupar una silla en la directiva de la poderosa Corporación Nacional de Ferrocarriles de Pasajeros gracias a la designación firmada por el entonces presidente republicano George W Bush.

Sin embargo, en los últimos años este personaje ha sido protagonista de deshonrosos titulares de prensa, producto de negocios de dudosa pulcritud en Ucrania y de su afición por las drogas, las armas y las prostitutas. La Armada estadounidense le dio de baja como reservista por dar positivo a la cocaína en 2013. Sus videos consumiendo droga se hayan hecho virales y hasta se ha impreso una libro con imágenes sacadas de uno de sus celulares olvidado en una tienda de reparaciones.

Por eso, aunque sea curioso que el Servicio Secreto estadounidense haya “descubierto” que los polvos blancos encontrados en el centro del poder del imperio es cocaína, todo indica que el problema realmente es familiar: el papá olvida casi todo, y el hijo no recuerda que, aunque poderoso y sobreprotegido, no es muy positivo que digamos dejar a vista de todos las evidencias de uno de sus hobbies.

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