“Si nosotros no luchamos contra las viejas costumbres, todo terminará siendo una gran farsa” Así sentenció hace algunos años el Comandante Chávez sacudiendo el polvo del ego ante la historia y en esas palabras, está la ratificación de la necesidad de profundizar en las raíces de la razón por la que estamos haciendo revolución, seguir de largo ante esta circunstancia sería cometer un grave error. De igual manera, el Presidente Nicolás Maduro nos ha invitado a despojarnos de dogmas, a ser creativas y creativos, innovar en las formas de gobierno y en las estrategias a seguir para hacer Revolución.
Reimaginar la política desde la equidad, así como reescribir la historia haciéndole frente al desafío de las estructuras, parece un reto que nos lleva a recorrer pasillos insospechados de nuestra humanidad, entendida esta como todo aquello que inicia en el silencio y que se expande hacia los territorios de lucha física, espiritual e intelectual; de tal manera que en ese recorrido nos hallamos avanzando por encima de los obstáculos.
Hemos asumido como propósito de vida hacer una revolución para la igualdad, hartas y hartos de ser el patio trasero de los poderosos, comenzamos a abanderar nuestra determinación a ser libres e independientes asumiendo nuestra soberanía, pero, ¿En qué punto están las igualdades formando parte de la vida de las mujeres?
Los mayores obstáculos para la igualdad en América Latina son la pobreza extrema, la discriminación de las mujeres en todos los ámbitos de su vida -social, político, económico, familiar- y la violencia que existe contra lideresas, pues según lo expresado por la CEPAL la participación efectiva de las mujeres en los diversos roles del proceso electoral es parte de su autonomía en la toma de decisiones y la autonomía se traduce como emancipación, autoestima y salud mental.
Sin embargo, pese a que las mujeres representamos aproximadamente la mitad del electorado en el mundo, hemos obtenido el derecho al voto, y ocupamos algunos cargos en el sector público, en la mayoría de los países seguimos estando sub-representadas y nuestra participación se expresa mayoritariamente como miembros de los Parlamentos Nacionales o Alcaldías.
Las profundidades de la política hecha por mujeres pareciera ser un terreno inhóspito del que incluso nosotras tenemos prohibido formar parte, porque en nuestro rol de activadoras, hemos sido históricamente abstraídas de la posibilidad de tomar decisiones; ser mujeres revolucionarias es también romper con el paradigma en el que nos formaron, como garantes de la reproducción de una ideología dominante y con ello del estereotipo político, de organizadoras y no como decisoras.
No cabe duda, de que en la historia revolucionaria venezolana, las mujeres somos protagonistas de acciones fundamentales, aún siendo las principales víctimas del acoso criminal constituido por las medidas coercitivas unilaterales, hemos enfrentado a las bestias y hemos sido las principales heroínas de este viaje, casos contundentes de mujeres al frente de las tomas de decisiones son tangibles y coherentes con la sentencia de nuestro Comandante Chávez.
A lo largo del ciclo electoral, las mujeres podemos enfrentar numerosas barreras para nuestra participación efectiva y el cumplimiento de sus derechos electorales, pues el modelo de política dominado por los hombres tiende a socavar el valor de las contribuciones de las mujeres y su participación.
¿Estamos dispuestas y dispuestos a levantarnos de cada silla, abrir las puertas y las ventanas de este tiempo nuestro? Estoy segura de que será así.
Nosotras y nosotros, juntas y juntos venceremos.
Palabra de mujer.
CAROLYS PÉREZ
@carolyshelena