A propósito de la victoria y el retorno de la ultra derecha a Chile, el portal web Telesur realizó una radiografía del presidente electo, José Antonio Kast, la cual compartimos integralmente a continuación.
La tibieza, ausencia de proyecto y medidas neoliberales de control social de Gabriel Boric han dado al traste con la elección de un presidente de ultraderecha en Chile y el regreso del pinochetismo al país después de 35 años del regreso de la democracia al país.
El ultraconservador declarado de 59 años José Antonio Kast se consagró este domingo como nuevo presidente del país para los próximos cuatro años, con una victoria abrumadora, al obtener el respaldo del 58.17% del total de 13.417.475 votos emitidos, lo que representa un total de 7.252.831 de chilenos que decidieron poner su voto en el candidato del Partido Republicano y rechazar a la candidata de centroizquierda que representaba la continuidad del Gobierno de Boric.
LEA TAMBIÉN:
Regresa el pinochetismo en Chile: Kast gana elecciones presidenciales
El fundador del Partido Republicano ganó en las 16 regiones del país, incluidos bastiones de izquierda como Valparaíso y la Región Metropolitana, que alberga la capital, y las zonas mineras del norte y las agrícolas del sur, y deberá colocarse la banda presidencial el próximo 11 de marzo de 2026.
Pasado hitleriano y xenofobia furibunda: un perfil que pone los pelos de punta
El perfil del nuevo mandatario chileno inquieta: es hijo de un miembro del partido nazi alemán, admirador declarado del dictador Augusto Pinochet y católico acérrimo opuesto al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo. Su campaña se construyó sobre la promoción del miedo a la inmigración y la inseguridad, en un país donde la población inmigrante se ha duplicado en la última década.
Documentos de identidad de la época revelados hace algunos años confirman que Michael Kast, padre de José Antonio, se unió al Partido Nacional Socialista Obrero Alemán en septiembre de 1942 —cinco meses después de cumplir los 18 años, edad mínima para ser miembro— para prestar servicio militar. De acuerdo con historiadores, durante la Segunda Guerra Mundial, en la Alemania de Adolf Hitler el servicio militar era obligatorio, pero no la afiliación al partido nazi.
Kast padre emigró a Chile en 1950, y un año más tarde vinieron su esposa y sus dos hijos mayores. Se estableció en Paine, una comunidad en la Región Metropolitana de Santiago. Falleció en el año 2014.
Este el pasado hitleriano que Kast hijo intenta ocultar desde sus anteriores postulaciones a La Moneda, e incluso ha llegado a negarlo abiertamente: «Cuando hay una guerra y hay un enrolamiento obligatorio, un joven de 17 o 18 años no tiene la opción de decir yo no voy porque le hacen un juicio militar y lo fusilan al día siguiente”, dijo en referencia a su padre, sobre quien mintió, afirmando que había peleado como simple recluta.
A contrapelo, la principal promesa de campaña del ya electo presidente, José Antonio, se ha construido sobre la expulsión de decenas de miles de indocumentados. Les dio un ultimátum público: abandonar Chile antes del 11 de marzo o ser deportados «solo con la ropa que llevan puesta».
Propone muros de cinco metros en las fronteras con Perú y Bolivia, vallas eléctricas, zanjas de tres metros de profundidad, centros de detención y mayor presencia militar. Una réplica casi literal del manual de Donald Trump, su principal inspiración política actual, y copia medidas de corte claramente nazi.
De cara a su toma de posesión, muchos inmigrantes temen por su seguridad, alertan de que se acercan mayores expresiones discriminatorias contra ellos y de que sus poblaciones podrían sufrir mayor fragmentación por causa de las campañas xenófobas, racistas y con claras expresiones de odio de Kast. Paradójicamente, el electo presidente es hijo de inmigrantes.
Rechazo a los proyectos sociales y negacionismo de los crímenes de lesa humanidad del pinochetismo
Como diputado, durante 16 años votó en contra de todos los proyectos que significaban avances en derechos sociales: votó en contra de la ley de divorcio, del lucro de la educación, de la píldora del día después y de la Ley Cholito.
De forma pública, sus lealtades han estado al lado de los criminales de lesa humanidad de las dictaduras chilenas, a los que incluso fue a visitar a la cárcel. Por demás, es reconocido su negacionismo sobre los crímenes que estas personas cometieron hace más de 50 años.
Su apoyo a estos criminales quedó claramente expresado en su campaña por la continuidad de Augusto Pinochet (1973-1990) en el plebiscito de 1988, lo cual le convierte desde hoy en el primer pinochetista (abiertamente declarado) en llegar a La Moneda en democracia.
Por demás, los vínculos con el pinochetismo son directos. Su hermano Miguel ocupó el cargo de presidente del Banco Central durante la dictadura. Mientras Kast mismo ha llegado a afirmar, con orgullo, que si Augusto Pinochet estuviera vivo, habría votado por él. «Habríamos tomado el té juntos», agregó, en lo que es una expresión clara de su admiración por el dictador cuyo régimen dejó más de 40.175 víctimas entre torturadas, ejecutadas, detenidas y desaparecidas.
En gran parte de estos casos de desaparición y ejecución aún no se ha hecho justicia, ni se conoce la verdad, ni ha habido reparación histórica para los familiares de las víctimas. Boric no logró este anhelo chileno, y Kast representa la oposición absoluta a la admisión y procesamiento legal de esos crímenes.
Además de Donald Trump, otro de los referentes de Kast es Nayib Bukele, el mandatario salvadoreño que encarceló al menos al 2% de la población adulta de su país en una controvertida campaña contra las pandillas. Kast declaró en un debate que «todos los chilenos que votan hoy, si Bukele estuviera en la papeleta, elegirían a Bukele«.
De acuerdo con el politólogo Juan Carlos Gómez Leyton, en entrevista con teleSUR, este triunfo confirma que el pinochetismo siempre estuvo latente en estos 35 años en muchos grupos políticos chilenos, solo que no llegaban al poder. La derrota de Boric, por su parte, demuestra que cuando la izquierda gobierna descabezada, el conservadurismo aprovecha la dispersión y la desconfianza para capitalizar votos.
TELESUR



