Los desarrolladores de la vacuna rusa, Sputnik V, confirmaron estar dispuestos a compartir su tecnología con otros fabricantes para “depurar” el que es el primer antídoto contra la pandemia.
Según el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología Gamaleya, esto contribuiría a “minimizar los riesgos de sufrir efectos secundarios”.
Este paso es un gesto excepcional en el contexto de la guerra de vacunas planteadas por los fabricantes y naciones occidentales, que acaparan el fármaco y bloquean el uso del preparado ruso por razones políticas.
A pesar de que la efectividad de Sputnik V ha sido avalada por la revista médica especializada The Lancet, el argumento occidental de no aceptarla ahora sería porque Moscú busca a través de ésta desplegar una “influencia maligna”, como según describió EE.UU. en un informe de su Departamento de Salud.
La vacuna rusa ya está aprobada por más de 40 países. Moscú se ha convertido en un aliado vital en contra de la pandemia a pesar de las maquinaciones occidentales de politizar el remedio.
— Sputnik V (@sputnikvaccine) April 12, 2021
Vacuna sin problema
A diferencia de Sputnik V, los biológicos de las compañías farmacéuticas occidentales han presentado varios tropiezos. La de AstraZeneca ha sido suspendida en una veintena de países europeos y la FDA de los EE.UU. recomienda detener su aplicación de Janssen luego de que se confirmaran en ese país 6 casos de trombosis en pacientes que recibieron la dosis.
Sputnik V es la vacuna pionera entre todas las investigaciones para erradicar la pandemia. Con esta hazaña, Rusia ganó la competencia y sigue a la delantera sin reportar casos adversos.
Además de la vanguardia científica, Moscú lidera una carrera solidaria para combatir de manera conjunta la enfermedad. La visión del Kremlin es que solo juntos podremos superar este trance. Por esto ha propuesto que la vacuna contra la covid-19 debe ser un bien universal de acceso público.