por: María Alejandra Díaz Marín
El estadio intermedio entre guerra y paz articulado jurídicamente e institucionalizado a base del Pacto Kellogg y de la Sociedad de Naciones, dio origen a la ONU, convirtiendo la paz en una ficción jurídica: imponiendo su voluntad y quebrando a los demás con medios militares y extramilitares (coacción económica), todo en el marco de un derecho común global y cierto estándar constitucional común, socavando la soberanía de los Estados Nación.
Nace la ONU: centro supranacional real de transferencia del derecho soberano a un “parlamento global” y soporte de la soberanía imperial, cómplice de la guerra más aterradora que se realiza en nombre de la paz, la opresión más terrible en nombre de la libertad y la inhumanidad más atroz solo en nombre de la humanidad (Schmitt)
Máxima expresión de la constitucionalización de un poder superestatal conocido como justicia transnacional o delegativa, donde la soberanía cede frente a la validez de ese derecho por encima del Estado Nación, al más puro estilo hobbesiano: único medio capaz de superar la anarquía que necesariamente producen los Estados soberanos.
Esta contradicción entre justicia transnacional o soberanía plena fue superado por la Constitución en el artículo 23. La ONU no nos dará lecciones de derechos humanos, menos en el marco de nuestro Estado social y de justicia, que no agrede ni ejerce dominio despótico sobre los ciudadanos, sino más bien lo contrario: un Estado, consustanciado, potenciador y constituyente, no petrificado, sino vivo, con una democracia participativa y protagónica en pleno desarrollo.
Hoy el plan ONU es tutelar (monitorear) a Venezuela desde una propuesta mixta, con tratados, convenios y normativas que conviertan nuestra soberanía en harapos, buscando neutralidad y pacificación para desgeopolitizarnos y desoberanizarnos. Tratados que convalidan las causas del saqueo y la violencia impuestas por la corporatocracia mundial que crece y es protegida por dicha instancia multinacional.
El Estado soberano debe hacerle frente a la minimalización y neutralización que busca el cese de la lucha emancipatoria, desplazando el centro de gravedad político soberano del Estado Nación por una paz perpetua despolitizante, que desde la ONU pretenden aplicarnos.
Constituyente
@alecucolomarin