El arte de la política: Nueva victoria de la Diplomacia Bolivariana de Paz contra las Medidas Coercitivas Unilaterales (MCU) y un caracol.
Por: David Gómez
Hay esperanza, pues a pesar de la convulsión de esta transacción existencial y civilizatoria, la palabra avanza. Es cierto que en un mundo que el imperialismo insiste en plagar de bombas, las explosiones que retumban hoy en la atacada República Islámica de Irán y en el ominoso Estado genocida de Israel son más espectaculares desde el punto de vista mediático que el avance de la diplomacia, pero estoy convencido que es a través del ejemplo que está dando Venezuela que la humanidad podrá avanzar. Frente a este escenario quiero citar al insigne poeta y artista plástico venezolano, Juan Calzadilla, el cual hoy nos ilumina desde el infinito reivindicando el poder del diálogo:
Una forma en espiral carga circunvolución ensanchandose en torno a un centro fijo, avanzando más y más, pone en marcha sin prisa una línea de palabras que permite estructurar – hasta donde lo permiten las palabras – la firme volu(n)ta(d) con que se desplaza este caracol.
La resolución de la ONU que consagra el 4 de diciembre como “Día Internacional contra las Medidas Coercitivas Unilaterales” representa una victoria geopolítica. No es solo una victoria diplomática de Venezuela, es un reconocimiento institucional del más alto nivel a la lucha anticolonial del siglo XXI y un nuevo hito en la construcción del nuevo orden multipolar.
El imperialismo y sus métodos de dominación queda grotescamente desnudo, entre los horrores que él mismo provoca a través de la guerra en todos sus formatos, pues las MCU son también un tipo de bombas, más silenciosas pero igual de criminales, por ejemplo, en Siria, las Caesar Sanctions destruyeron el 60% del sistema sanitario durante la pandemia y en Venezuela procuraron provocar una crisis humanitaria disminuyendo nuestra capacidad de producir petróleo y comerciar en el exterior ¿No es esto una atrocidad, un crimen de lesa humanidad?
Las sanciones unilaterales son usadas como arma por EE.UU. para ejercer una política de presión y colonialismo económico. Según la Relatora Especial de la ONU, Alena Douhan, las Medidas Coercitivas Unilaterales «Matan más que las bombas. Entre 2017-2021 causaron 40.000 muertes anuales solo en Venezuela al bloquear medicinas e insumos». Finalmente, la realidad aniquila la falsa narrativa humanitaria y de salvación que la extrema derecha ha querido imponer a fin de justificar las acciones terroristas y el acoso al país. De esta forma queda legitimada de manera categórica la aseveración de que las MCU son instrumentos para estrangular economías, desestabilizar gobiernos y saquear recursos. Cada sanción es un crimen que se multiplica en sus efectos. Las MCU no son contra las “dictaduras” sino contra los pueblos que defienden su soberanía y el derecho a la autodeterminación frente al unilateralismo y la hegemonía imperialista.
Solo dos gobiernos votaron en contra de la resolución que proclama el 4 de diciembre como el “Día Internacional contra las Medidas Coercitivas Unilaterales”, estos países fueron EE.UU. y Ucrania, por su parte el Sur Global logró 131 votos a favor, en este sentido la resolución evidencia: el debilitamiento de la unipolaridad y la escuálida posición de EE.UU. para imponer su voluntad frente a este tema; la potencia de la diplomacia de los pueblos asediados, tales como Cuba, Rusia, Venezuela e Irán, demuestra que los “sancionados” pueden escribir la reglas y la historia a través de la razón; además con esta resolución se crea un precedente para demandar reparaciones en cortes internacionales.
El ALBA-TCP, el Foro de São Paulo, el Movimiento de Países No Alineados y los BRICS+ encuentran aquí un precedente y un pilar jurídico para nuestro proyecto común: desoccidentalizar la gobernanza global y abrir el compás de las relaciones internacionales en un clima de paz, diálogo y construcción. Venezuela, al liderar esta batalla, cumple el rol de vanguardia política, diplomática y jurídica del Sur Global, pues legitima la lucha por el levantamiento de las 1.039 sanciones ilegales que nos han impuesto y teje nuevas redes de solidaridad. Por ejemplo, el voto de India, Sudáfrica y Egipto refleja nuevas alianzas intercontinentales que servirán para determinar los rumbos por donde la humanidad transitará en un cambio de época y en la construcción de una nueva modernidad.
Desde el punto de vista simbólico esta resolución es un certificado de defunción para la impunidad de las potencias coloniales; un manifiesto vivo de que el Sur Global es sujeto y no objeto de la historia; es una nueva prueba de que la multipolaridad ya no es teoría, sino una realidad. Iván Gil, nuestro canciller, ha levantando la voz con dignidad y ha dicho en la ONU: “los Estados responsables de imponer medidas coercitivas (…) deben cesar de inmediato estas medidas ilegales. Deben también brindar garantías y seguridades apropiadas de no repetición, así como las reparaciones por todos los daños, lesiones y pérdidas sufridas e infligidas a los Estados afectados y a su población”. Con este discurso, en esta batalla entre David y Goliat, Venezuela acaba de dar una honda a los pueblos y pasa de ser una víctima más a ser un icono y un modelo a seguir para los países que defienden su soberanía.
Venezuela expone cómo las sanciones violan la Carta de la ONU (Art. 2.4 sobre no intervención), pero no sólo denuncia, sino que construye plataformas tanto nacionales como internacionales para superar sus efectos y defender el bien más preciado que hemos conquistado desde hace más de quinientos años: nuestra independencia. Con esta premisa de dignidad, la humanidad celebrará luchando cada 4 de diciembre el “Día Internacional contra las Medidas Coercitivas Unilaterales”. Es posible que este camino sea transitado al ritmo del caracol, pero es la voluntad y la expansión de ese espiral que nos muestra Juan Calzadilla en su obra, la que nos permitirá hacer que la palabra y los valores que giran en torno al diálogo y la cultura de paz sean lo hegemónico en el mundo, solo así podremos cultivar una humana humanidad.