Hace 18 años muchos estabamos en sexto o séptimo grado siendo testigos de una situación complicada, ya conocida por generaciones anteriores pero nueva para esta generación de principio de siglo que marcaría el destino de Venezuela.
Irrumpió la mañana del 11 de abril de 2002 y esos niños de 12 años veíamos en televisión cómo se desarrollaban dos marchas: una marcha roja que se convirtió en concentración frente a un Palacio que resguardaba al enigmático Comandante Hugo Chávez; y otra marcha, una muy blanca, que iba por unas autopistas gigantescas, encabezadas por personas que en su discurso desbordaban odio e intriga.
“NI UN PASO ATRÁS”, “LA BATALLA DECISIVA SERÁ EN MIRAFLORES”. Esos fueron los titulares en las portadas de los periódicos nacionales, quienes sorpresivamente sacaron una edición extra como propaganda de agitación, mientras francotiradores se apostaban en toda Caracas y comenzaban a masacrar al pueblo.
Pasadas las horas, todos los canales (encabezados por Venevisión y la difunta RCTV) se convirtieron en uno solo con la misma programación, un discurso y varios protagonistas que vieron en ese momento la mejor oportunidad para renacer de las cenizas a costas del dolor y la sangre de sus hermanos.
En horas de la tarde, el golpe de Estado ya tenía un nuevo actor: «Generales sin tropa» que aseguraban que el comandante Chávez había aceptado renunciar al poder, allanando el terreno para la poco célebre auto juramentación de Pedro Carmona Estanga como “presidente” de Venezuela.
Hasta el 11 de abril de 2002 todo el plan parecía perfecto ¿Qué podía salir mal con el líder preso y el poder bajo control? Los dias consiguientes tienen la respuesta del por qué no celebran esta fecha como el día de la “restauración” de la democracia y por qué pretenden desaparecer esta fecha de la memoria del pueblo joven.
18 años después, los mismos sectores siguen buscando un atajo a Miraflores y la consigna “Ni un paso atrás” sigue vigente, no porque estén avanzando sino porque siguen en el mismo punto de ese día, con vergüenza de mirar atrás para ver de dónde vienen y encontrarse con el historial de derrotas que los acompaña.
Fidel Madroñero
Constituyente.