Por: Elías Jaua Milano
Por estos días todos hablamos de la rebelión que protagonizan los pueblos del continente contra el neoliberalismo. Necesario es saber cuáles son las principales políticas de este modelo y sus consecuencias en los pueblos que los llevan a insurgir de manera explosiva.
El modelo neoliberal tiene su sustento teórico en las tesis monetaristas del economista norteamericano Milton Friedman, a partir del cual se desarrollan políticas en materia de disciplina fiscal con el objetivo de lograr estabilizar los indicadores macroeconómicos (déficit, inflación, etc); de desregulación estatal para favorecer la liberación del mercado, especialmente del mercado financiero y comercial; de transferencia de activos y competencias públicas al sector privado; de la reducción de la inversión social y productiva, así como de la eliminación de cualquier tipo de subsidio a los sectores más vulnerados.
El fin último es reducir la masa monetaria en manos de la gente para lograr la estabilidad macroeconómica y la expansión de los sectores financieros y comerciales en el contexto de una economía globalizadora. Tal fin se traduce para la mayoría de la población en despidos masivos de los empleos formales y su paso hacia ocupaciones informales precarias; disminución del poder adquisitivo y exclusión del consumo necesario de las grandes mayorías trabajadoras y la limitación de acceso al goce de derechos fundamentales como la educación y la salud.
La población sometida a este tipo de políticas se ve obligada a trabajar en condiciones de sobrexplotación y endeudarse sistemáticamente para sostener unas condiciones mínimas de vida, a la vez que, mediante procesos de alienación, acepta que la exclusión social es parte de la naturaleza.
Sin embargo, en la medida que el modelo avanza en la privatización de todos los aspectos de la vida social, los diques de contención se resquebrajan y se produce el parto de los pueblos, como lo estamos viendo con admiración en las calles de nuestra hermana República de Chile y en la votación del pueblo argentino el pasado domingo 27 de octubre de este año 2019.
Frente a ese modelo, nosotros los bolivarianos y bolivarianas bajo el liderazgo de nuestro Comandante Chávez, con el fin de encauzar programáticamente las rebeliones populares y militares, antineoliberales, que protagonizamos entre 1989 y 1992, enarbolamos la Agenda Alternativa Bolivariana como modelo para frenar la consolidación neoliberal en Venezuela.
Las bases programáticas del modelo planteado por Chávez en 1997, establecen que el propósito de nuestras políticas económicas persigue la satisfacción de las necesidades básicas de los seres humanos, alimentación, salud, educación, vivienda, vestido, recreación. En tal propósito avanzamos, como nunca antes en nuestra historia, en la primera década de este siglo XXI. Nuestro pueblo lo sabe porque lo vivió.
¿De qué manera se logró? Recuperando el rol del Estado para que, conjuntamente con el sector privado tradicional y los sujetos de la naciente economía popular, y en el marco de una planificación estratégica, se elevara la producción nacional, a partir de la democratización de las políticas crediticias y otros apoyos, y el consumo nacional, mediante la recuperación sostenida del poder adquisitivo del pueblo trabajador y la inclusión de los sectores históricamente marginados. Producción y consumo fueron las palancas fundamentales para el periodo de mayor crecimiento económico con los más altos niveles de inclusión social registrados en Venezuela.
Hoy, frente a la ofensiva popular antineoliberal, necesario es revisar nuestros fundamentos programáticos e identificar las claves, en este ahora, para que nuestro pueblo y los pueblos de Nuestra América puedan retornar el camino de la construcción de una sociedad humanamente gratificante. Ese es el mayor y más urgente desafío de las corrientes democráticas populares que estamos en batalla en nuestra región. Con Cristina Fernández, decimos ¡Neoliberalismo, nunca más!