En dos platos, el concierto de la agrupación Rawayana quedó cancelado, trasmutado, envuelto en manto violeta y al parecer como si se tratara de un mal de ojo, le quitaron todo poder, porque al final nadie quiso traer las cornetas ni salir en la foto con ellos y negaron tener contratos con la banda.
Comienza entonces el festival de las caritas tristes, la solidaridad de artistas mayameros y de activar el #ModoVístima luego de la noticia.
Para quienes no entienden cuál es el rollo con estos muchachos, resulta que a pocos días de celebrar su gira por el país, tres de las instalaciones que habían anunciado en un principio su concierto, publicaron comunicados desligándose de la agrupación.
Tanto Sambil San Cristóbal, Hotel Tibisay (Maracaibo) como Coremer (Mérida), indicaron que los conciertos no se realizarían en sus espacios y que tampoco se responsabilizarían por el reembolso de las entradas.
Curiosidades
Cabe destacar que en cada uno de los comunicados todos alegaron que no había contratación formal para dichos eventos. Si bien habían apartado las fechas, no se había cancelado ni la mitad de los venue, por lo que no se realizaron las gestiones previas para la producción de estos conciertos, entiéndase premontaje, planos de tarima, rider técnico y escénico con microfonía, luces y andamiaje, solo por mencionar algunos detalles.
Los compromisos para realizar un concierto no se limitan con las promociones en redes sociales, llevan un poco más de seriedad y asuntos de responsabilidad de gente adulta y profesional, lo extraño es que a una semana de sus presentaciones no dijeron nada. Ahora salen diciendo que hicieron lo que pudieron y que «fue bonito mientras duró».
Lo que extraña es que para una agrupación con una trayectoria de 15 años, con presentaciones en el mundo entero y ganadores de premios internacionales, no estén al tanto de este tipo de requerimientos básicos y más que necesarios para desarrollar una gira en tu propio país, o ¿es que de verdad iban a esperar a que alguien les llevara las cornetas para poder tocar?
En el post de su cuenta en X, escribieron que su música «no está hecha para dividir», pero al parecer sí está hecha para manipular y para posicionar una palabra ofensiva y despectiva sobre las mujeres de tu propio país. Todo esto haciendo gala de la torpeza tratando de que se vea como algo «cool» al cosificar y sexualizar a quienes dices «admirar», todo mal bro.
Cusica
Entretanto, el evento Cusica Fest también lo cancelaron, «Por causas ajenas a nuestra voluntad», y aseguraron que cumplirían con el reembolso de la boletería que al parecer no lograron vender lo suficiente porque eran muy costosas y además la lista de artistas no eran muy conocidos y esa es la causa real de la cancelación del evento pero shhhh… no le digan a nadie que caminando rápido no se nota.
La culpa
Como era de esperarse, lo ocurrido se utilizó para que la derecha, en su desesperación de fin de año y ante el fracaso por la última convocatoria en el este del este, se agarraron de allí y como siempre, le echaron la culpa al presidente Maduro por la cancelación del evento.
Quisieron vincular una denuncia que hiciera el jefe de Estado con respecto a uno de los temas de la banda que lleva por nombre «Veneka» y la crítica que hizo el mandatario con sus respectivos argumentos al señalar que el tema desfigura la identidad de las mujeres venezolanas y calificó la canción como insultante y despreciativa.
En este sentido, el mandatario hizo un llamado a resaltar la importancia de defender la identidad, los valores culturales de Venezuela y exhortó a salir en defensa de la mujer venezolana.
Las manipulaciones con lo que muy probablemente pudo haber sido una gran estafa o fraude espectacular, se vuelve un contenido no tan barato que utilizan para alimentar un drama adornado de fracaso que ni la Rosa de Guadalupe se atrevió a tanto llanto.
Hay gente que le gusta sufrir, menos mal hay otros, que somos más, a los que nos gusta la alegría y no nos hace falta pintarnos los labios de rojo porque ya tenemos el corazón de ese color.