Un inminente shock petrolero global amenaza la estabilidad económica mundial. El director general del Fondo Ruso de Inversión Directa y enviado especial de la Presidencia rusa, Kiril Dmítriev, lanzó esta advertencia crucial, subrayando las vastas repercusiones económicas que acarrearía el cierre del estrecho de Ormuz. Esta predicción pinta un panorama sombrío para el futuro de la economía global.
Dmítriev, a través de una publicación en su cuenta de X, enfatizó que, dado el precio global del petróleo, el posible cierre de este estrecho vital afectaría a la economía mundial sin excepción. El estrecho de Ormuz, un canal marítimo clave, maneja aproximadamente el 20% del petróleo global transportado por mar. «Si se cierra el estrecho de Ormuz, Estados Unidos no se salvará. Nadie es inmune a un ‘shock’ petrolero global: los precios en los surtidores de gasolina se dispararán», advirtió Dmítriev, dejando claro que las consecuencias no discriminarán a ninguna nación. Por consiguiente, la amenaza de un colapso energético es real y palpable.
En esta misma jornada, Press TV informó que el Parlamento de Irán concluyó que un cierre del estrecho de Ormuz se hace necesario. Sin embargo, la decisión final al respecto recae en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Esta deliberación parlamentaria subraya la seriedad de la situación y la posibilidad real de que Teherán implemente esta medida extrema. Anteriormente, The New York Times afirmó, citando fuentes, que Irán posee diversas maneras de contraatacar a Estados Unidos tras su ofensiva contra tres instalaciones nucleares del país. Esto incluye el despliegue de fuerzas navales y otras capacidades para cerrar el estrecho de Ormuz, una ruta marítima clave que podría bloquear cualquier buque de la Armada estadounidense en el golfo Pérsico. Por lo tanto, las tensiones geopolíticas elevan la probabilidad de este escenario catastrófico.
Un punto neurálgico para el suministro global
El estrecho de Ormuz conecta el golfo Pérsico con el golfo de Omán, actuando como una arteria vital para el comercio mundial de energía. Por este paso transitan buques petroleros y gasísticos de naciones como Arabia Saudita, Baréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Irak, Irán y Kuwait. Desde allí, estos buques transportan sus productos a través del océano Índico hacia mercados clave como India o China. En consecuencia, cualquier interrupción en este punto estratégico tendría ramificaciones inmediatas y devastadoras en los mercados energéticos globales.
El bloqueo de este importante paso provocaría considerables retrasos en el suministro e incrementaría significativamente los costes de envío. Esto, a su vez, se traduciría directamente en un aumento drástico de los precios mundiales de la energía, generando un shock petrolero que afectaría a consumidores y economías por igual. La dependencia global de esta ruta marítima convierte su posible cierre en una amenaza de incalculable magnitud.