Un nuevo paisaje se asomó en Miramar de Ansenuza, un pueblo ubicado en el noroeste de la provincia argentina de Córdoba. La bajada de la gran laguna Mar Chiquita que arrasó con media localidad a mediados de 1970, colocó sus ruinas a la vista.
La laguna Mar Chiquita, la quinta más grande del mundo entre las de aguas saladas, registró una bajante histórica, superando la de 2013. Este fenómeno se dio debido a los embates del cambio climático que ha afectado considerablemente, zonas naturales en la provincia argentina.
La reaparición de la antigua Miramar es solo una de las muchas consecuencias de la terrible sequía con la que lucha el país; y que ha dejado en los últimos años lluvias por debajo de la media histórica.
De acuerdo con Anabela Caffer, guía del Museo de Ciencias Naturales de la laguna Mar Chiquita, este cuerpo de agua es «testigo del cambio climático» y en los años 1970 fue la laguna más perjudicada por este fenómeno ambiental a nivel planetario.
«Nuestra laguna se comporta tal y como se comporta el clima a nivel global. A los investigadores les es más fácil estudiar el cambio climático a través del estudio hidrológico de Suramérica, basándose en el termómetro que es nuestra laguna, que estudiar el cambio climático en sí mismo», dijo Caffer.
En este contexto, habitantes locales han expresado una mezcla de sentimientos encontrados con el reflote de Miramar; según medios internacionales. Una muestra de ello es Mariana Zapata, una profesora de Historia y prestadora de turismo alternativo que compartió a la prensa, su visión ahora que puede recorrer las ruinas de calle Belgrano.
En dicho lugar existieron 3 hitos icónicos de la localidad que “desapareció” por 5 décadas: El tanque de agua, la fuente del Centro Termal Municipal y el Anfiteatro de Nocheramas, con sus 120 banquitos y mesitas de cemento que todavía lucen intactas.
Miramar: Posicionada como zona turística
Desde la Municipalidad reconocen que es otro atractivo en una gran temporada de verano. Zapata cuenta que, antes de que se produjera la gran inundación debido a los aportes hídricos del río Dulce a la laguna, Miramar era considerado el «destino turístico por excelencia» de la provincia de Córdoba.
En este sentido, la historiadora añadió que el pueblo estuvo lleno de alojamientos turísticos, una rambla de 3 kilómetros, piletas de agua dulce y locales de esparcimiento. Sus 110 hoteles, hospedajes y hosterías le permitieron contar en ese entonces con una capacidad para recibir a hasta «70 mil turistas por temporada».
Por otro lado, la bajada del agua genera otros impactos ecológicos e hídricos: la laguna pasó a tener 80 gramos de sal por litro de agua, con los que los peces mueren por saturación de oxígeno. En los años de mayor volumen de agua, baja la sal, así como el número de pejerreyes y otras especies que pueblan la “mar”.
Sin embargo, Zapata destacó: “Favorece al flamenco porque hay millones de artemias franciscanas (pequeño crustáceo) que es lo que consumen. Y un dato curioso es que la pileta del Hotel Marchetti, que estuvo mucho tiempo inundada, con la bajante quedó agua estancada de color fucsia por el óxido sílice (mineral natural) que es lo que les de ese color”.
“Estamos organizando visitas guiadas los fines de semana y es increíble cómo se suma gente de la región que fue parte de nuestra historia. Entonces pasamos por varios estados anímicos; desde el empatizar porque alguien te dice ‘estoy parado sobre el techo de mi casa’, hasta reírnos por anécdotas en locales nocturnos. Como la pista universal o las nocheramas que tanto llaman la atención. Pero sobre todo pasa eso de ponerse en el lugar del otro. Empatizar con gente que la peleó y vuelve hoy a recorrer estos lugares y les resulta durísimo revivir esa historia”; Explicó Zapata.