Claudia Sheinbaum inicia hoy un nuevo mandato sexenal dentro del marco de la Cuarta Transformación iniciada con la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el 1º de diciembre del 2018. Sheinbaum llega a la máxima magistratura de México sobre los hombros de una arrolladora victoria electoral: 59,76 por ciento contra el magro 27,45 por ciento de su más inmediata perseguidora, la candidata de la derecha Xóchitl Gálvez.
Y también siendo beneficiaria de la positiva herencia legada por su predecesor, que se retira de la presidencia -y de la política, según ha dicho- con un impresionante 74 por ciento de aprobación popular que llega a 77 por ciento en otras encuestas. Entre las mujeres la aprobación de AMLO se eleva al 78 por ciento; pero el salto más marcado se produce con los mayores de 65 años (87 por ciento) y el electorado más joven, con menos de 34 años, en donde su aprobación fluctúa en torno al 80 por ciento.
Hay razones objetivas para este apoyo popular. El gobierno de López Obrador puso en marcha una serie de programas sociales que beneficiaron con pensiones a los adultos mayores, antaño librados a su suerte. Puso asimismo en marcha un masivo programa de becas para los jóvenes estudiantes del nivel medio y para los universitarios. Además, durante su gestión se crearon 145 universidades o institutos universitarios en el marco del programa “Universidades para el Bienestar Benito Juárez”, concebido para extender la educación superior pública y gratuita -¡atención Casa Rosada!- en las áreas rurales y distritos marginales del país, en donde el acceso popular a la universidad tropezaba con grandes dificultades.
Esta propuesta se inspira en la experiencia de los “community colleges” estadounidenses, ofreciendo programas que normalmente tienen una duración de dos años en campos especializados y de inmediata salida laboral como agronomía, enfermería, mecánica automotriz, entre otros, y que o bien permiten al estudiante estar capacitado para responder a las necesidades de su comunidad o servir como puerta de entrada a carreras ofrecidas por las universidades tradicionales.
En la población campesina el apoyo al gobierno del Morena y sus partidos aliados, fundamentalmente el Partido del Trabajo y el Partido Verde, es igualmente mayoritaria, producto de numerosas iniciativas en el marco del programa “Sembrando Vida” (apoyo económico para reforestar y revitalizar suelos agrícolas); precios de garantía para el maíz, frijol, trigo, arroz y leche; microcréditos “a la palabra”, subsidios directos a los productores así como numerosas obras de infraestructura que mejoraron las condiciones de vida y las posibilidades de desarrollar actividades económicas y garantizar un transporte adecuado de lo producido. La nueva presidenta ha señalado su firme decisión de mantener los logros de AMLO.
Cuenta para ello con una mayoría calificada en ambas cámaras del congreso y las gobernaciones de 23 de los 32 estados que conforman la república. Mantener los avances sociales pero también ampliar su agenda social e intensificar el combate a la pobreza, que si bien se redujo en el pasado sexenio aún oscila en torno al treinta y cinco por ciento de la población a consecuencia del aumento causado por la pandemia del Covid-19. No existe en el elenco gobernante actual y futuro nada que pudiera confundirse con un ingenuo conformismo. Satisfechos con lo realizado prevalece empero una lúcida convicción de que aún queda mucho por hacer y que la nefasta herencia de largas décadas de ortodoxia neoliberal no se desmantela en un sexenio. Prueba de ello fue la dificultad para avanzar en una reforma fiscal, en el recorte a la independencia del Banco de México o modificar los componentes neoliberales del T-MCEC que maniatan el margen de acción del gobierno mexicano.
En el plano doméstico Sheinbaum deberá lidiar con varios temas urticantes, el principal de ellos la inseguridad. La violencia y el narcotráfico, especialmente en los estados del norte del país, con eje en Sinaloa y su guerra de cárteles da por resultado un promedio de unos 80 homicidios diarios que en algunos días llegan a orillar los cien. En el año 2023 la tasa de homicidios fue de 23.3 por 100.00 habitantes, levemente superior a la de Brasil, 22.3 para ni hablar de Argentina, donde fue de 4.4 también por cien mil habitantes.
Pero el tema de la inseguridad ni remotamente alcanza en México o Brasil la espectacularidad y el amarillismo que reviste en el caso argentino, sobre todo cuando gobiernan fuerzas progresistas, y en donde la canalla mediática bombardea al imaginario colectivo con imágenes apocalípticas de una violencia incontrolada. Relacionada con el tema de la violencia, la puesta en marcha de la Reforma Judicial, ya con rango constitucional, será uno de los mayores desafíos con que se enfrentará la gestión de Sheinbaum. Toda Latinoamérica mira con esperanza este avance que el gobierno de la Cuarta Transformación ha logrado para quebrar la resistencia de uno de los focos más retardatarios y conservadores de nuestros países.
La nueva presidenta comienza su gestión con una economía que reposa sobre sólidas bases. El peso se revaluó significativamente frente al dólar; las reservas internacionales del Banco de México alcanzaron un nivel histórico de 225,427 millones de dólares en los últimos meses, mientras las exportaciones llegaron a unos 600.000 millones de dólares en 2023 (casi igual al PBI de la Argentina en ese mismo año). Agréguese a lo anterior una creciente vinculación comercial y tecnológica con China, devenida ahora en segundo socio comercial después de Estados Unidos. Condiciones favorables a las que se suman los 63.000 millones de dólares ingresados al país por remesas de los mexicanos en el exterior y los más de 12.000 millones producto del turismo, todo lo cual configura un cuadro económico no exento de desafíos pero que permite mirar al futuro con un prudente optimismo. Contrariamente al credo oficial de la Argentina, la izquierda en el gobierno lejos de empobrecer y subdesarrollar países hace todo lo contrario, como lo demuestra sobradamente el caso mexicano. Ojalá nuestro presidente toma nota de esta lección, aunque lo veo poco probable cegado como está por su fanatismo ideológico.
En el flanco externo Sheinbaum tendrá que vérselas con un convulsionado escenario internacional. Lo más próximo: las tensiones al interior del T-MEC, el nuevo tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, que sustituyó al firmado en 1994. Es sabido que para Washington México es el país más importante del mundo, aunque sus burócratas y expertos digan lo contrario con la intención de debilitar la capacidad negociadora del país azteca. Tamaña importancia va de la mano de una incontenible propensión injerencista en los asuntos internos de México. Ejemplos: la militante oposición a la reforma energética y, apenas ahora, a la Reforma Judicial. Incide también el complejo tema de las migraciones, dado que México es paso obligado para las enormes caravanas de víctimas de las políticas neoliberales de los países de Centroamérica y el Caribe que pretenden ingresar a Estados Unidos, lo que suscita en la dirigencia de Estados Unidos respuestas racistas y muy agresivas, como las de Trump y apenas un poco menos de Harris.
La creciente gravitación comercial y política de China será otro de los asuntos que tense la relación, siempre complicada, con Washington. No se trata sólo del intercambio sino de una cuestión geopolítica de vastos alcances. El “Tren Maya” de AMLO no sólo favorecerá el desarrollo económico y social del sureste mexicano sino que es una pieza clave para convertir al Istmo de Tehuantepec en un nuevo paso bioceánico entre el Atlántico, vía Mar Caribe, y el Pacífico. Con apenas doscientos kilómetros de ancho, es la alternativa más atractiva para facilitar el tráfico de mercancías entre Oriente y Occidente, lo cual relegaría al Canal de Panamá, de hecho controlado por Washington, a una insoportable obsolescencia. Hay un enorme interés de China en promover esta iniciativa y esto inevitablemente lleva a un curso de colisión con el gobierno norteamericano.
Habría otros temas también en la agenda externa de México, como su acendrado respeto por la autodeterminación nacional, su apoyo al multilateralismo y, por supuesto, al multipolarismo que llegó para quedarse en el sistema internacional. Por ahora no se habla de un eventual ingreso de México al BRICS, que sería poco menos que una declaración de guerra para Washington, pero la cuestión flota en el aire.
En suma, Sheinbaum tendrá que enfrentar desafíos de todo tipo tanto en el plano doméstico como en el internacional. Pero es una persona muy inteligente, con una sólida formación política, y una dilatada trayectoria en la gestión de la cosa pública. Y, sobre todo, una mujer de férreas convicciones que no se dejará amedrentar por los poderes fácticos: la plutocracia mexicana y sus amos estadounidenses. Estos no pudieron con AMLO, que le quitó muchos de sus privilegios y puso fin al pillaje que habían ejercido durante más de un siglo. Tampoco podrán con Claudia Sheinbaum, y esto es una gran noticia para México y toda Latinoamérica.
ATILIO BORON