Mercadeo del Rey | Por: Roberto Hernández Montoya

“Not my king”. ‘No es mi rey’, decían los republicanos británicos durante la coronación. Sonaría tan raro eso de República de Inglaterra…

Es que no conozco ceremonia más tupida y delirante de imposturas. Todo está minuciosamente diseñado para que no quepa ni un átomo de verdad. Es una manipulación emocional y simbólica para legitimar el expolio del planeta, las metopas del Partenón, el patrimonio entero del Museo Británico, esa Cueva de Alí Babá, ese depósito de aguantador. El oro de Venezuela, para no hablar del despojo de la Guayana Esequiba. Un descuido más y se hubieran metido hasta Macarao. Así son. Eso son.

Luis XIV, el Rey Sol, vivía sumido en un entramado de ceremonias complejísimas. Nada más se levantaba y un tropel de altos caballeros lo vestía en milimétrica jerarquía. Comía en público. No se bañaba en público porque no se bañaba. Pero toda su vida cotidiana era en público.

Un día alguien le preguntó por qué no abreviaba aquellas complejas y costosas ceremonias. Como era semiótico, su majestad respondió:

—No puedo explicar a todo el mundo todo el tiempo su localización con respecto al poder. Pero con estas ceremonias todo el mundo lo sabe inmediatamente.

Versalles es un formidable generador de sentidos. El día de San Luis el sol se pone en el vértice del palacio e inunda de luz el salón de los espejos del Rey Sol. Este homenaje se estará rindiendo por la eternidad.

No hay un detalle de la coronación que no signifique algo estratégico. Aunque nadie explica el espectro negro que se vio pesaroso por la abadía.

Cada paso del ceremonial de coronación significa algo: un himno centenario, un traje pomposo, un color destilado.

El coronado se sentó en la llamada Piedra del Destino, una roca escocesa sobre la que todo rey se ha de sentar al recibir la corona de dos kilos y medio de joyas robadas. La historia de esa piedra es una de esas farragosas tradiciones británicas deliberadamente largas e inútiles de explicar porque está basada en premisas tan falsas como solemnes.

¿Qué barruntaba el príncipe Enrique durante el boato? Al operar su Brexit de la realeza se volvió un alienígena. Por eso anduvo extraviado. Solo marcó territorio: “todavía existo”. La realeza tiene parias de la más alta calidad.

 

 

ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA

@rhm1947

ÚN.


 

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