Existen símbolos que permanecen en el tiempo, que no caducan, pues su mensaje y repercusión son tan fuertes que terminan formando parte de nuestra convivencia. Uno de ellos es el de esa niña escéptica, incrédula, de pelo negro y discurso directo, llamada Mafalda.
En marzo de 1962, hace 60 años, y bajo sugerencia del escritor y humorista Miguel Brascó, una agencia de publicidad encargó a Joaquín Lavado que realizara una serie de viñetas basada en una “familia tipo”: madre, padre, hijo e hija. El autor ya firmaba bajo el pseudónimo de Quino, y el resultado fue la eterna Mafalda.
La niña rebelde nació para promocionar una marca de electrodomésticos, Mansfield, y el requisito es que aparecieran estos aparatos, así como los nombres de los personajes comenzaran por “M”.
Así, Quino comenzó a esbozar los primeros trazos de lo que más tarde se convertiría en una de las tiras gráficas más famosas a nivel internacional, tomando el nombre de Mafalda bajo inspiración de un personaje de la película “Dar la cara” (1962), específicamente de un bebé. Este filme está basado en la novela homónima de David Viñas.
Con esto, y si bien la campaña publicitaria no se llevó a cabo, llegaría el momento de que Mafalda fuese presentada al mundo; y ese momento ocurrió en 1964, cuando el director de “Primera Plana”, Julián Delgado, acordó con Quino publicar la primera viñeta.
“¿No tenés algo distinto a las páginas de humor?”, le dijo Delgado a Quino. Y en ese momento recordó aquellos dibujos que creó y guardó en un cajón. Si bien formó originalmente a esta “familia tipo”, finalmente el historietista decidió darle el papel protagonista a la chica, y aterrizó en los quioscos por primera vez el 29 de septiembre de 1964. Durante poco más de un año, Mafalda se publicaba dos veces a la semana en esta revista, y ahí fue cuando su repercusión comenzó a florecer.
Soñaba con cambiar el mundo, amaba a los Beatles y odiaba la sopa. La voz de Mafalda aún es recordada, sobe todo, cuando se produce alguna injusticia. Sus viñetas se fueron convirtiendo en un reflejo de la clase media, pues a través de la inocencia juvenil Mafalda no cesó de transmitir verdades; como templo sobre preocupaciones atemporales.
Tal y como resaltó la sobrina de Quino, Julieta Colombo, al diario “Clarín” en una entrevista; “es curioso cómo se ha humanizado este personaje que dibujó solo diez años. Aborda temáticas universales que hacen a la esencia de la humanidad; que son las relaciones de poder y el cuidado del planeta”.
Más bibliotecas, menos bancos
Aún hoy sus frases se utilizan, sea a modo de denuncia, de homenaje o de propia expresión, y entre ellas destacan varias especialmente famosas, como “El mundo está malo, le duele el Asia”. Así como resuena: “Dicen que el hombre es un animal de costumbres, más bien de costumbre el hombre es un animal”; “¿no sería hermoso el mundo si las bibliotecas fuesen más importantes que los bancos?”, “paren el mundo, que me bajo”; o “el problema de las mentes cerradas es que siempre tienen la boca abierta”, entre otras.
Quino falleció a los 88 años en septiembre de 2020, y la reacción a esta pérdida fue mundial. Mafalda, Guille, Manolito, Felipe, Susanita, Libertad y Miguelito no fueron los únicos en quedarse huérfanos, sino también el universo de historietas y todos aquellos amantes de las viñetas. El autor decidió abandonar las tiras el 25 de junio de 1973, llegando a dibujar un total de 1.928 y retomando al personaje de manera esporádica.
Texto: larazon.es
Ilustraciones: Ediciones La Flor.