Los que aman y los que odian | Por: Agustín Lage Dávila

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En 1892 José Martí escribió: “Los hombres van en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen”.

En tiempos más tranquilos, las complejidades de la sociedad humana pueden hacer que no sea fácil distinguirlos, pero sucede que en las coyunturas sociales decisivas, la frontera entre ambos bandos se dibuja con mucha nitidez; y se hace ineludible para cada cual escoger en qué bando quiere estar.

En nuestra Historia, de la que siempre hay que aprender, han existido muchos momentos en que el cubano se ha enfrentado a ese imperativo de decidir: Con el Ejército Mambí o con el cuerpo de voluntarios (“O Yara o Madrid”, también dijo Martí); con Mella, Villena y los anti-imperialistas, o con la pseudo-república sometida y sus gangsters y dictadores; con el Ejército Rebelde de Fidel, o con los “casquitos” de Batista; con los milicianos obreros y campesinos de Playa Girón, o con la brigada mercenaria 2506.

Con los millonarios de la burguesía anexionista, o con los sindicatos obreros de Lázaro Peña, con el ejército de alfabetizadores de 1961, o con las bandas de alzados que asesinaron a Conrado Benítez y Manuel Ascunce; con los internacionalistas que contribuyeron a cambiar la historia de África, o con los racistas del apartheid y sus promotores del norte; con la Constitución que aprobó masivamente el pueblo, o con el plan de Bush para Cuba; con la resistencia creadora del pueblo cubano, o con el bloqueo yanqui.

Inmediatamente, también habrá siempre que atender y superar las imperfecciones que siempre hay en el bando de los que aman y fundan, y que tenemos bien identificadas, pero primero hay que ir a las esencias que nos definen, y decidir en qué bando queremos estar. Los cubanos en cada coyuntura de las últimas décadas, ya decidimos, y en inmensa mayoría, decidimos bien.

Ahora, con la guerra tecnológica y mediática que nos hacen, estamos llegando a otro de esos momentos de decisión.

Con la presión en las redes informáticas, la manipulación de la realidad mediante imágenes, la apreciación sesgada de nuestras dificultades y sus causas, las falsas noticias, o el burdo soborno, intentan fabricar unas “protestas” para utilizarlas después.

Se trata, además, de protestas sin propuestas. ¿Qué quieren? ¿Cómo proponen superar las dificultades económicas? ¿Cómo sugieren perfeccionar la participación democrática?

En nuestra historia política la insurrección revolucionaria ha venido siempre de la mano con un programa: Fidel asaltó el Moncada, pero inmediatamente expuso en su discurso “La Historia me absolverá” el programa de la Revolución; Martí organizó la guerra necesaria, pero también escribió su programa en el “Manifiesto de Montecristi”. El pueblo sabía por qué luchaba.

Conversando hace unos días con jóvenes que no vivieron las disyuntivas históricas que mencionamos arriba, les decía: desconfíen siempre de las protestas que no contengan propuestas. Solamente hay dos explicaciones para ese vacío o esa oscuridad de propuestas: o las propuestas que tienen son perversamente inconfesables, o es que no tienen ninguna propuesta y están esperando que se las escriban desde fuera.

Como pueblo que construye soberanamente su destino nos indigna que “los que odian y deshacen” intenten destruir nuestra soberanía y deshacer lo construido.

Pero, además, como personas pensantes, y como pueblo educado e inteligente que somos, nos ofende que nos quieran tomar por tontos.

  • ¿Alguien duda todavía que esas marchas y protestas están diseñadas con precisión de laboratorio desde el exterior?
  • ¿Alguien se cree que la renuncia a la economía socialista no nos llevaría a la sociedad de pobres sin esperanza y millonarios corruptos, que ya conocimos en el pasado capitalista, y que vemos hoy en otros países de nuestra América?
  • ¿Alguien es aún tan ingenuo para creer que el discurso de “libertad de prensa” no nos llevaría a medios de difusión con dueños privados y periódicos defensores de los intereses de esos dueños?
  • ¿Alguien piensa todavía que el discurso de “democracia representativa” no nos llevaría a la politiquería de partidos movidos por el dinero, mafia y asesinatos políticos?

Quien ataca hoy la obra revolucionaria cubana no es solamente un adversario político, es también alguien que nos está tomando a todos por estúpidos.

Y sucede que no somos estúpidos. Sabemos bien lo que se traen entre manos, y sencillamente no lo vamos a permitir.

El 17 abril de 1961, el comunicado que anunciaba al pueblo que se estaba produciendo una invasión mercenaria por Playa Girón, terminaba con esta exhortación que es la misma que podemos repetir hoy: “¡Adelante cubanos que la Revolución es invencible, y contra ella, y contra el pueblo heroico que la defiende, se estrellarán los invasores!”

Hoy también.

 

AGUSTÍN LAGE DÁVILA

Científico cubano

Fuente: cubadebate.cu


 

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