El resultado electoral de las elecciones seccionales en Ecuador, realizadas el 5 de febrero, todavía siguen generando impacto.
El gobierno del presidente Guillermo Lasso ha terminado tan debilitado, que hay claras preocupaciones de que no llegue al final de su mandato, cuyo fin está previsto constitucionalmente para 2025.
Este fin de semana, el poderoso movimiento indígena, acostumbrado a poner contra las cuerdas a los gobernantes y, en muchos casos, derrocarlos, ha declarado un rompimiento con las mesas de diálogo que tenía con la administración de Lasso y ha exigido su renuncia.
Para mayor crispación, el domingo fue asesinado el líder indígena Eduardo Mendúa, dirigente de relaciones internacionales de la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (CONAIE).
La negativa del presidente a acudir la semana pasada a una comparecencia frente al Legislativo ecuatoriano, que le investiga, dan cuenta de que su gestión se aproxima a una radicalización de la pugna con otros poderes públicos que tienen facultades para destituirlo o llamar a un adelanto electoral.
La negativa del presidente a acudir la semana pasada a una comparecencia frente al Legislativo ecuatoriano, que le investiga, dan cuenta de que su gestión se aproxima a una radicalización de la pugna con otros poderes públicos que tienen facultades para destituirlo o llamar a un adelanto electoral.
Según Lasso: «Hay instituciones del Estado preocupadas por tumbar al Gobierno y, peor aún, liberar delincuentes. Sí, lo digo fuerte y claro: hay instituciones del Estado preocupadas por sus propios intereses o caprichos, que no actúan en defensa de los ecuatorianos».
Estas declaraciones, según la interpretación que se haga, estarían o previniendo un próximo escenario de colisión o echando más leña al fuego.
Derrota electoral marca el clima
Hay que recordar que Lasso perdió el pasado 5 de febrero las ocho preguntas del referendo que él mismo había impulsado sobre temas como extradición, reducción de partidos y asambleístas, medio ambiente, entre otros. La consulta tenía como objetivo político buscar oxígeno para su gestión, que quedó fisurada desde el levantamiento indígena del año pasado.
Pero además, sus adversarios políticos tuvieron un logro electoral inocultable en las regionales del mismo día.
El Movimiento Revolución Ciudadana (RC), partido político liderado por el expresidente Rafael Correa, obtuvo 9 prefecturas (de 23), incluyendo las dos provincias más pobladas del país (Guayas y Pichincha), y 50 alcaldías (de 221), obteniendo las de Quito y Guayaquil, esta última después de 30 años de liderazgo ininterrumpido del Partido Social Cristiano, que quedó diezmado con apenas dos prefecturas a escala nacional.
Peor aún quedó la plataforma electoral de Lasso, el movimiento CREO, que no logró ninguna prefectura.
Mientras que el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, que aglutina al sector indígena, logró 6 prefecturas y 26 alcaldías.
Con este resultado, el mapa político ecuatoriano ha cambiado en relación a las presidenciales de 2021 en las que ganó Lasso. Pero, las causas del debilitamiento de su gestión no se circunscriben únicamente al terreno electoral.
Tiempos de escándalo
El banquero, que conserva uno de los pocos gobiernos derechistas en la región, enfrenta un sonado escándalo conocido como ‘el Gran Padrino’, en el que su cuñado, Danilo Carrera, ha sido denunciado como jefe de una amplia trama de corrupción en empresas públicas.
La renuncia del secretario anticorrupción de Ecuador, Luis Verdesoto, ocurrió –además– cuando el mandatario ha defendido a actores involucrados en la investigación. Dicha renuncia podría indicar que las fricciones internas al gobierno se han desatado.
En las próximas semanas, la comisión multipartidista de la Asamblea Nacional de Ecuador, encargada de estudiar el caso, presentará un informe final y en ese trámite puede decidirse el futuro del gobierno.
Cabe recordar que el artículo 148 de la Constitución de Ecuador, de 2008, permite la «muerte cruzada», una figura que sirve para llamar a elecciones elecciones presidenciales y legislativas, de manera anticipada.
En las próximas semanas, la comisión multipartidista de la Asamblea Nacional de Ecuador, encargada de estudiar el caso, presentará un informe final y en ese trámite puede decidirse el futuro del gobierno.
Lo más probable es que Lasso impida a toda costa este escenario que lo expulsaría de la política. Y, seguramente, para obstaculizar toda salida institucional, tendrá el respaldo de Washington, debido a que es uno de los principales aliados que le quedan al presidente Joe Biden, quien le recibió en la Casa Blanca hacia apenas dos meses.
El senador republicano Marco Rubio también visitó a Lasso la semana pasada, a pesar de la convalecencia del presidente debido a una reciente operación a la que tuvo que someterse después de una caída.
Con el giro hacia la izquierda de Colombia, Chile y Brasil y la desestabilización de Perú, la actual administración de Biden tiene especial interés de sembrarse en Ecuador debido a su potencial estabilidad, pero parece que es justo eso lo que parece estar cediendo con los últimos acontecimientos.
En medio de tantas adversidades, es posible que, en poco tiempo, la gestión de Lasso tenga que decidir si el gobierno ecuatoriano toma la «senda de Lima» y se prepara para reprimir un hipotético levantamiento popular, o si va a procurar mantenerse en el camino institucional, independientemente de las decisiones que tome el Poder Legislativo.
Dirigiendo la atención hacia otro costado, la Fiscalía ecuatoriana pidió a finales de la semana pasada procesar por cohecho al expresidente Lenín Moreno, quien también está señalado de componer una trama de corrupción y sobornos.
Pero la realidad actual, afectada por el auge de la delincuencia que el gobierno de derecha no ha sabido atajar y por los escándalos de corrupción, no permiten extraviar la concentración sobre los acontecimientos que se suceden día a día y que van recalentando el ambiente.
Entre la exigencia de renuncia por parte del movimiento indígena (ocurrida el fin de semana) y el avance de la investigación del caso ‘el Gran Padrino’, la gestión de Lasso puede estar entrando en una crisis superior.
La situación de desmoronamiento de su gestión recuerda la debilidad de los regímenes de derecha en la región, a los que les cuesta mucho conseguir reelegirse o perpetuarse en el gobierno, como sucedió a los expresidentes de Argentina, Mauricio Macri; de Brasil, Jair Bolsonaro; y de Chile, Sebastián Piñera.
Le recuerda también a Washington que sus aliados lucen con mucho menos poder que antes.
En definitiva, Ecuador se aproxima a una encrucijada que ojalá pueda sortear con inteligencia.
OCIEL ALÍ LÓPEZ
RT.