Los mayores violadores de Derechos Humanos acusan a Venezuela: ¿Con qué moral?

Venezuela está en el ojo del huracán. Un conglomerado de países satélites de Estados Unidos se mantienen confabulados en el ámbito internacional para denunciarla como violadora de Derechos Humanos. Hablamos por supuesto de los más conspicuos representantes del denominado Grupo de Lima, con Colombia, Brasil, Perú y Chile en la primera línea de combate.

Pero ¿Tienen alguna moral esos Estados, para hablar de un tema tan serio como los Derechos Humanos? Y, más grave aún, pueden lanzar acusaciones contra terceros. Una somera ojeada a la realidad reciente indica que no. Los pueblos de estas naciones resisten embestidas bárbaras desde diversos flancos.

Masacres y abusos

Colombia. El caso más inverosímil es la nación neogranadina. Sólo este año 2020 se tiene registro de más de 50 masacres de civiles, donde han perdido la vida decenas de personas. En estas “cacerías humanas” están en peligro de muerte, desde líderes campesinos, activistas sociales y representantes de la comunidad LGBTI, hasta sindicalistas, entre otros.

El espectro de las masacres abarca, según el Observatorio del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), a 17 de los 32 departamentos del territorio colombiano. Un verdadero genocidio. Pero no es la única expresión violenta, en un Estado bajo el control del narcotráfico y el paramilitarismo.

A sangre fría

El vecino país se ha visto conmocionado por diversas manifestaciones de repudio a la brutalidad mostrada por los cuerpos policiales. Cientos de personas han exigido castigo a los responsables por el trágico destino del abogado Javier Ordóñez. A este hombre de 45 años, padre de dos hijos, 2 uniformados de la Policía Nacional en Bogotá, le quitaron la vida, tras dispararle repetidamente con pistolas paralizantes. Esto a pesar de que el ciudadano ya estaba en el suelo, desarmado y pidiendo que dejaran de agredirle.

La ignominiosa lista de otros casos similares es larga. Como el crimen contra Anderson Arboleda, un joven que falleció tras la golpiza con mazos de madera que le descargó un policía de Puerto Tejada, en el Cauca. También destaca la situación de Dilan Cruz, a quien, durante el paro nacional de fines de 2019, un agente del Escuadrón Móvil Antidisturbios, literalmente, le partió la cabeza en 2, con el tiro de una munición llena de perdigones. Igualmente, la joven de 20 años violada en un bus de la Policía Metropolitana de Bogotá, a manos de un oficial que aceptó los cargos ante la Fiscalía.

Como decían las abuelitas, para poder hablar de Derechos Humanos, el señor Iván Duque, actual presidente de Colombia, tendría que lavarse la boca con jabón. Inclusive, no le vendrían mal unos buches con creolina.

Chile. Esta nación promovida durante tantos años como un modelo exitoso de impecable buena gerencia, ha develado su verdadera cara de fascismo, durante las fuertes protestas sociales registradas a fines del año pasado.

En esos hechos violentos se han documentado al menos 113 casos de tortura y 24 casos de violencia sexual. Asimismo, 230 jóvenes chilenos fueron cegados por efecto de disparos a quema ropa en el rostro, a manos de las fuerzas del orden público. Otro desempeño vergonzoso del gobierno chileno ha sido la persecución a sangre y fuego del pueblo originario Mapuche. El gobierno lejos de dar respuesta a las demandas de esta población, la ha reprimido violentamente.

Muerte de civiles

Perú. El país de la milenaria cultura incaica, lamentablemente, destaca por ser una nación siempre convulsa por múltiples escándalos de corrupción. Y presidentes con mandatos fugaces. Esta nación dista mucho de ser un dechado de virtudes, en materia de Derechos Humanos. Por el contrario destaca, pero en negativo, por un desempeño bastante cuestionable.

Las fuerzas de seguridad peruanas han incurrido en uso excesivo de la fuerza, para disolver protestas, relacionadas con minería y otros proyectos de desarrollo a gran escala. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo de ese país al menos 57 civiles han muerto en el contexto de manifestaciones, durante los últimos años.

Asimismo, la violencia de género es un problema extendido en Perú. Se tiene registro de 149 mujeres fallecidas a causa de “feminicidios”, durante 2018. Y entre enero y julio de 2019 las víctimas fueron 99. En julio de 2019, un tribunal de Lima condenó a Adriano Pozo a 11 años de cárcel por el feminicidio en grado de tentativa contra la activista Arlette Contreras. Pero lo declaró inocente del delito de tentativa de violación sexual. este caso generó grandes movilizaciones de rechazo.

Niños y ancianos en riesgo

Brasil. La situación del gigante amazónico es similar a las anteriores. Este país registró un total de 142.655 denuncias por violaciones a los derechos humanos en 2017, una cifra superior en 7,2 al registro de 2016. Esto según informe divulgado por el propio Ministerio de Derechos Humanos brasilero.

Destaca que los atropellos contra niños y adolescentes agrupan 84.049 casos, es decir el 58%, del total de denuncias. Esto incluye delitos varios como: negligencia y violencia, física, psicológica y sexual. Las cifras representan un incremento de 10 por ciento en comparación con 2016.

Tampoco están a salvo los mayores. El 23,22% de las denuncias efectuadas tiene que ver con actos violatorios de la integridad de personas de la tercera edad (33.133). Principalmente a causa de negligencia, violencia psicológica y abuso financiero y económico. Los excesos policiales contra afrodescendientes y la comunidad LGBTI son moneda corriente.

Por otro lado, Brasil figura entre los 3 primeros países del mundo con más casos de covid-19, por su pésimo manejo de la pandemia. Un universo de 4.810.935 infectados del virus y 143.952 muertes, así lo atestiguan. Su actual presidente, Jair Bolsonaro, ha hecho burla recurrente de la emergencia sanitaria.

El campeón de la violación

EE.UU. Es el campeón indiscutido de todas las violaciones a los Derechos Humanos en el mundo, no solo por sus medidas unilaterales y coercitivas, aplicadas indiscriminadamente a todo país que no se le pliegue. Sino también por las atrocidades que se comenten dentro de su propio territorio.

En tal sentido, el trato dado los inmigrantes se vuelve cada vez más inhumano y violatorio del Derecho Internacional. Desde 2016, cerca de 352.850 personas son detenidas cada año, y quedan a la espera de resultados.

Además, al menos 5.400 niños han sido separados de sus padres desde julio de 2017. Imágenes dantescas de menores de edad encerrados en jaulas y cubiertos apenas con mantas han conmocionado al mundo.

El odio racial y los excesos policiales no han parado luego del vil asesinato de George Floyd. Al contrario, más abusos se han seguido cometiendo. En Wisconsin, Jacob Blake de 29 años de edad recibió varios disparos por la espalda manos de un oficial, lo que desató un oleada de fuertes protestas en la ciudad de Kenosha.

Por otro lado, un informe publicado por el FBI en 2019, cifró en 1.206.836 los crímenes violentos ocurridos en todo el país durante 2018. Allí se incluyen 16.214 asesinatos y 139.380 violaciones. Tales cifras de violencia se explican por el alto consumo de alcohol y drogas , así como la elevada relación de armas por cada 100 personas.

En EEUU hay más armas de fuego que personas. Se sabe que el promedio estimado de estos artefactos en propiedad de civiles, era 120,5 por cada 100 residentes. Un individuo es asesinado a tiros cada 15 minutos. Sin duda un “paraíso” para el respeto de los Derechos Humanos.

La información es contundente, ninguno de estos países tiene moral, para acusar o condenar a Venezuela. Es el mundo al revés que citaba el gran escritor uruguayo, Eduardo Galeano. También queda claro que detrás de todo esto, el verdadero fin es construir una posverdad en torno a la patria de Bolívar, que sirva de pretexto para una futura agresión militar.

 


 

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