Los CLAP y el poder popular productivo | Por: David Gómez Rodríguez

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A 7 años de la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), en un contexto donde el asedio de carácter económico sigue expresándose contra Venezuela y donde, a pesar de las dificultades y las contradicciones, hemos encontrado las estrategias para garantizar la seguridad alimentaria del pueblo venezolano y la sostenida recuperación económica del país, es fundamental ir más allá, y en base a las victorias alcanzadas preguntarnos ¿Qué papel deben jugar los CLAP en la Nueva Etapa de Transición al Socialismo? ¿Cómo contribuyen los CLAP a la soberanía alimentaria, la prosperidad económica y el desarrollo humano de Venezuela en este nuevo contexto?

Teniendo estructura en todo el territorio nacional a través de 46.510 comités constituidos en todas las comunidades del pais y habiendo demostrado de una forma heroica una capacidad operativa, organizativa y política en el cumplimiento de sus objetivos, es fundamental dimensionar los desafíos que estas instancias asumen como poder popular y como unidades promotoras de la producción en todo el territorionacional. En tal sentido, es fundamental pensar a los CLAP dentro de la comuna, pues es en esta instancia en la que germina la nueva geometría del poder y por lo tanto, la construcción del Estado Comunal.

Darío Azzelleni asegura que “La búsqueda por un marco para la democracia participativa y protagónica ha llegado al poder popular y al socialismo; ambos se conectan con la línea histórica de la Comuna (…) La idea de una autoadministración local también se conecta con las experiencias históricas de los indígenas y de los afrovenezolanos, como también con corrientes del pensamiento marxista latinoamericano”. La comuna es entonces nuestra vía para ejercer la democracia de la forma más radical, entendiendo además que la democracia no se suscribe únicamente al ámbito de lo político, sino que debe cruzar lo economico y social, generando las condiciones para que tanto los medios como los modos de producción sean administrados por el pueblo y para el pueblo, pues la construcción del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI es responsabilidad del pueblo organizado, que eligiendo a sus voceros y creando sus instituciones determina el rumbo de la transformación del país de maneras concretas.

La Ley Orgánica del Poder Popular (2012), define al Poder Popular en su artículo 2, como “El ejercicio pleno de la soberanía por parte del pueblo en lo político, económico, social, cultural, ambiental, internacional, y en todo ámbito del desenvolvimiento y desarrollo de la sociedad, a través de sus diversas y disímiles formas de organización, que edifican el Estado comunal”. Cuando nos referimos a lo económico es vital para nuestro proyecto poder dar un sentido profundamente patriota a la política que aplicamos, pero también dar sentido de clase, pues se trata de resguardar nuestra soberanía e identidad como nación, así como de cultivar nuestro socialismo. Los CLAP como expresión del poder popular deben ser entonces instancias de promoción y planificación de la economía productiva en el territorio, que se complementen en una relación simbiótica con la comuna. De esta forma estas estructuras podrán resolver varios problemas de carácter tanto operativo como administrativo que aun existen.

Por ejemplo, los CLAP para ser reconocidos gozan de un código que determina su ubicación y composición, no obstante, este código responde a un registro interno que solo es válido en las instancias relacionadas con un ministerio en particular, lo que limita su capacidad administrativa y política. De garantizar el acoplamiento Comuna-CLAP, los CLAP podrían ser sujetos jurídicos reconocidos por el Estado y por lo tanto instancias susceptibles a créditos y financiamientos para el desarrollo económico local. También en lo que se refiere a lo operativo permitiría la unificación de datas y estadísticas que garantizarían una mejor caracterización y cartografía del territorio, así como una articulación política que unifique los criterios para la promoción de la participación y la atención de las familias que componen una determinada localidad. En fin, los CLAP pueden contribuir a la construcción del Estado Comunal y definir la política de desarrollo endógeno a través de la agricultura urbana, familiar y comunal, así como de otros ámbitos vinculados a la industrialización de los barrios, garantizando alimentos, bienes y servicios a la comunidad, generando empleo, creando una nueva cultura productiva y garantizando mayores niveles de unidad política en los territorios.

El presidente Nicolas Maduro ha orientado que de los 46.510 comités se deben convertir en productivos 22.755 para este 2023, lo que representa el 50% de la totalidad de los CLAP a nivel nacional. Si hacemos un ejercicio proyectivo en el marco de la agricultura urbana, podríamos decir que, si cada CLAP logra cultivar media hectárea de tomate dos veces por año, podría producir un estimado de 20.000 kilos de tomate, resultado que multiplicado por 22.755 (50% de los CLAP existentes) nos daría un estimado de producción de 455.100 toneladas de tomate anual, tomate que podríamos decir que sería por muchas razones rojo, rojito. Por supuesto que para hacer real esta estimación se requiere de diversas estrategias de carácter organizativas, formativas y financieras que nos permita llevar, tal y como llevamos los productos CLAP a las familias, los manuales formativos, talleres productivos, asesoría técnica, semillas, agroinsumos y agrosoportes.

De esta manera, si planificamos el desarrollo de la economía local vinculada a la producción de alimentos junto a los CLAP podríamos pensar también en comunas ubicadas estratégicamente en el territorio nacional para instalar plantas procesadoras de tomate (continuando con el ejemplo anterior), a las cuales los CLAP proporcionarían la materia prima, alimentando no solo a familias sino también a la mediana industria, garantizando de esta forma la transformación de los alimentos. Teniendo los productos procesados volvemos al punto de origen y cerramos el círculo, pues ya tenemos instalada la estructura de distribución vinculada a la comuna, los CLAP.

Viéndolo desde las estadísticas y continuando con el ejemplo de los tomates rojos rojitos es necesario recalcar que una familia venezolana come en promedio unos 40 kilogramos de tomate anualmente y existen un aproximado de 4.000.000 hogares en el país. Con la media hectárea por CLAP y con una producción de 455.100 toneladas de tomate anual podríamos triplicar el consumo promedio de tomate anual solo con el 50% de los CLAP activados en la producción. En esta situación hipotética pero posible, estaríamos progresando en materia de seguridad alimentaria, soberanía alimentaria, crecimiento económico y socialismo.

Mucho se ha avanzado en este respecto con las políticas públicas que el Gobierno Bolivariano ha impulsado en favor de la agricultura urbana, familiar y comunal, siendo esta una estrategia que ha aportado en la resistencia victoriosa del pueblo, pero que además constituye una vía de producción armónica con la naturaleza y una forma eficaz de promover el desarrollo humano en base a la cultura agrícola del pueblo venezolano.

También es cierto que, la ofensiva asumida en el sector agroalimentario está garantizando que el 95% de los productos CLAP sean de producción nacional. No obstante, en general, a causa del permanente ataque contra nuestra economía aún quedan garantías sociales por reconquistar en la Revolución Bolivariana. Ya no se trata solo de una distribución con justicia social de la renta petrolera, sino que es la producción de riqueza el centro de nuestra estrategia económica, si esto lo vinculamos con el concepto de socialismo, es necesario que cada instancia del poder popular tenga las herramientas tanto materiales como intelectuales para desarrollar unidades de producción eficientes, con modelos de gestión liberadores, pues tal como Marx afirma en El capital “sin una dirección inteligente de la producción por parte de los trabajadores, y una producción bajo su supervisión consciente y planificada, estos no pueden desarrollar su potencial como seres humanos, ya que su propio poder se convierte en poder sobre ellos”.

Con conocimiento pleno de estas ideas el presidente Nicolas Maduro ha afirmado que los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), pasarán a ser un ejemplo de la resistencia y la contraofensiva al derrotar la guerra económica, que es una política del capitalismo y del propio imperialismo para procurar frenar la germinación del socialismo en Venezuela, pero como ya ha dicho el poeta Pablo Neruda “Podrán cortar las flores, pero no podrán detener la primavera”. Ya los CLAP existen como una fuerza viva, la comuna lleva dentro de sí, como una embarazada, el germen del socialismo y lo que nos queda es seguir resistiendo y avanzando, como ha ordenado el mismo líder de la Revolución Bolivariana “apegados a la ética bolivariana y revolucionaria, al servicio público desinteresado, como un apostolado al pueblo”.

 

DAVID GÓMEZ RODRÍGUEZ

@davidgomez_rodriguez


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